Cayó un muro: Berlín. ¿Nace otro muro?: Catalunya
No, ciertamente no. Al menos, según creo, no nace desde la propia Catalunya, sino en todo caso es España quien lo construye. Porque si un muro es un impedimento, casi infranqueable, para la unión entre dos personas, dos comunidades, dos pensamientos, es la política española quien lo levanta.
Muchos al leer lo que digo se asombrarán, cuando desde los gobiernos de Madrid, aparentemente, siempre anuncian la unión, y digo aparentemente porque esa unión anunciada a bombo y platillo, siempre ha sido un intento de uniformidad con tintes de sumisión, fracasado tantas veces, lo cual nada tiene que ver con la unión de dos personas, dos comunidades, dos pensamientos. Si una de las partes ha de sucumbir ante los deseos o imposiciones de la otra, y aquella no lo quiere ni lo desea, es quien percibe la construcción del muro, no quien lo levanta ni pone la cimentación.
Mientras España, la España política —y ya van 300 años—no entienda que Catalunya no puede (ni creo que deba) sucumbir ante cantos extraños y uniformarse con el uniforme que se le diseña desde el exterior, significa levantar un muro. Muro de la incomprensión muchas veces, de la soberbia en otras, del desencuentro las más, del engreimiento en ocasiones, y de la necedad siempre.
España necesita a Catalunya, y cuanto más fuerte lo sea ésta mucho mejor; déjese, la España política, arrinconados orgullos desfasados, ideas imperiales que no volverán, ansias de controles que fomentan el rechazo, y olvídese de arenas, cementos, piedras y otros materiales de construcción de impedimentos. Hoy es un buen día para recapacitar y cambiar radicalmente; convénzanse que el mundo ha cambiado, y España necesita un gran cambio si no quiere condenarse al naufragio al que se ve abocada por la ineptitud de sus políticos.
Hoy puede ser un gran día, como cantó Joan Manuel Serrat ¿sabrá la política española entenderlo así?
El Postiguet