Amar a alguien o a algo no implica tener que ser ciego ante los errores o defectos de aquello que amas. Vivimos en un país en que que, los políticos no dimiten ni a cañonazos. Un país en el que, un rey puede maltratar a su mujer, supuestamente, claro que sí, que esas cosas cuando se trata de un rey son más difíciles de probar, y no pasa nada; pero al pobre desgraciado que - por falta de educación, principios y cultura- hace eso mismo, se lo meriendan vivo; lo cual a mi me parece bien, porque no tolero a los maltratadores, vengan de donde vengan.
Vivimos en un país en el que los padres tapan y perdonan los errores a sus hijos e hijas, pero no perdonan los errores que comete el hijo del vecino. Los maestros de la escuela o los profesores de la universidad tapan los errores de los que son de su gremio-corporativismo puro y duro-, pero como el médico de cabecera les trate mal o cometa algún error humano lo quieren fundir vivo. El sentido de la justicia y equidad se murieron hace ya tiempo, supongo que al mismo tiempo que muriera la decencia. ¿Qué nos está pasando?
Un país, un estado, no puede funcionar sin que haya una vara de medir igual para todos. Nunca debimos aceptar que hubiera gente viviendo en este país que gozara de privilegios que no tienen los demás. Todos deberíamos ser realmente iguales ante la ley y la justicia. El caso es que, los cerebros pensantes de la constitución la cagaron al redactarla, que le pregunten sino a Trevijano, y de ese primer error llegamos a donde estamos actualmente.
El "y tu más" no funciona, y eso ha quedado sobradamente demostrado. Ya sabemos que la derecha no admite error alguno, tal es su soberbia y su impunidad, pero no debemos ser como ellos. ¿Con que legitimidad moral les afearíamos la conducta y obramos como ellos?
Ser ciudadanos, y sobre todo ser políticos, no es cualquier cosa. Deberíamos ser cuidadosos con lo que hacemos y decimos. Pero sobre todo DEBERÍAMOS SER JUSTOS, en nuestros juicios, en nuestras críticas, en nuestras palabras y en nuestros actos. Los anti-casta no podemos ser como ellos, no debemos tampoco, porque si lo fuéramos quedaríamos deslegitimados ante la opinión pública y ya nadie se fiaría de nosotros.
