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Se llama José Mayans, posiblemente ustedes no sepan nada de él, y yo ni le conozco, pero en una sociedad donde todo lo negativo se magnifica, quiero hablar de este hombre y de su extraordinario comportamiento.
Es un entrenador de fútbol infantil, el Atlético de San Blas, un barrio de Alacant, y se estaba jugando el campeonato que casi lo tenía ganado. Mientras se jugaba el último partido en su propio campo, observó que un niño, un jugador del equipo rival, lloraba desconsoladamente en el banquillo. Pese a la importancia del encuentro se desentendió de él y fue a preguntar qué le pasaba. El niño, entre sollozos, le dijo que unos espectadores lo estaban insultado, llamándole entre otras cosas “gordo”.
Mayans no se lo pensó dos veces, y pidió al árbitro que parara el partido. Cruzó todo el campo y de la mano del niño se acercó a la grada donde estaban los que lo insultaban. Localizó a los espectadores, seguramente seguidores de su equipo, y les exigió que inmediatamente abandonaran el recinto o él daba por terminado el encuentro aunque perdiera el partido y el título. El resto de espectadores, al darse cuenta de la acción del entrenador, irrumpió en aplausos para él y pidiendo que los insultadores abandonaran el campo. Éstos lo abandonaron entre el abucheo de los demás espectadores.
«Lo tenía muy claro, si no salía el que había insultado yo no ganaba la Liga pero el partido se suspendía inmediatamente», señaló el técnico alicantino «Son niños de 9 y 10 años, eso no se puede permitir y menos en mi casa, trabajamos los valores y somos un equipo ejemplar, ni siquiera hemos visto tarjetas amarillas», expresó ayer el entrenador y fundador del Atlético San Blas. La acción sucedió durante el último partido de la liga benjamín entre el Atlético San Blas y el Playas de Alicante.
Al final el San Blas ganó el partido, creo que por 6 a 2, y el campeonato. Qué gran diferencia ¿verdad? entre este noble hombre, que no merece ser noticia destacada en los informativos de carácter nacional, y el que entre profesionales que ganan millonadas, da la orden de lanzar otro balón al césped para que el equipo contrario no pueda lograr gol en un contraataque.
Juzguen ustedes
El P©stiguet