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Grasa para los ejes
Te puedo asegurar, mi buen amigo, que no soy un abandonado, pese a lo que digan de mí los que poco o nada me conocen, y es que son escasos los que saben de lo aburrido que resulta seguir y seguir la huella, cuando es muy largo el camino, sin nada que te entretenga.
Esa es la gran razón para que yo, a mi carreta, no le engrase los ejes. No soy un abandonado, ni descuidado, ya que mi carreta camina bien, pero ese ruidillo, acompasado según su velocidad que le imprime a la carreta, hace que mis pensamientos no vuelen hacia recuerdos que no deseo recordar, por eso, y no por abandono ni otras gaitas, los ejes de mi carreta ya no los voy a engrasar. Y te pregunto ¿si a mí me gusta que suenen, qué razón me das para que los engrase?
También te diré que yo no necesito el silencio. Que tampoco tengo a nadie, en estos momentos, en quien pensar. Sí, es verdad que otrora los tuve, pero de eso hace ya tanto tiempo… y ahora ya no pienso más. Por lo tanto, te guste o disguste, y al ser una de las decisiones que solo a mi corresponde, los ejes de mi carreta, nunca los voy a engrasar.
El P©stiguet