No cabe duda que España es un país raro.
No hace falta mirar a siglos pasados, sino a los tiempos más recientes, para observar que se va contracorriente. Cualquier país, no ya de nuestro entorno sino del mundo, celebra como Día Nacional aquel en que fue libre si era nación colonizada, o bien celebra el día en que una guerra interna o con otro país cesó, pero en España ocurre todo lo contrario, y un día aciago, en donde cientos de miles de españoles murieron en el frente de batalla o en las ciudades grandes y poblaciones pequeñas, por una guerra incivil a todas luces injusta, se declara como el Día Nacional como se hizo con el 18 de Julio, estableciendo hasta pagas extras a los obreros para que ese día fuese bendecido. Mientras en Europa se felicitaban por la desaparición del fascismo y el nazismo, aquí se mantiene una dictadura fascista como la de Franco cuarenta años. Cuando las monarquías van desapareciendo de la faz de la tierra: reyes, zares, emperadores, aquí instauramos una nueva, sin pensar en el daño que hizo a España la llegada del francés Borbón.
Las naciones del mundo se esfuerzan por las nuevas tecnologías, y así, países ayer pobres hoy van dando pasos hacia adelante y creando un sistema de bienestar social entre su ciudadanía y un nivel cultural y tecnológico avanzado, aquí, al parecer, lo importante es crear camareros y albañiles, profesiones dignas como otra cualquiera, pero que no son las mejores para que una nación se vaya colocando en los primeros lugares.
Y a todo esto la población calla, población rara también; población que un día llego a aclamar "vivan las cadenas y la Santa Inquisición". Los políticos, enanos a todas luces, se enzarzan en peleas absurdas y no hay nadie que se atreva a coger el toro por los cuernos, diga la verdad de nuestra precaria situación social, cultural y económica, y establezca una Hoja de Ruta que en poco tiempo nos vaya situando entre los mejores. Se desacredita, malintencionadamente, la Sanidad Pública, o la Educación, ésta tan importante para el progreso de la sociedad, en beneficio todo de lo privado, privado que, por otra parte, se va quedando en manos extranjeras, perdiendo por tanto la dignidad y la soberanía.
Eso sí, que no haya un átomo de separatismo, que todas las fuerzas del Estado, aún metiendo la pata como acabamos de ver con respecto a la Justicia, se unen para desarmarla. Quizá sea por miedo de pensar, si en la zona separada fueran las cosas a mejor, que la población pudiera darse cuenta un día de la gente nefasta e incompetente que nos gobierna.