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CARTA ABIERTA AL CREADOR
Mire usted, muy señor mío y de mi consideración: O pone usted las cosas en orden o esto es un caos. Usted creador de cielos y tierras, y creador del hombre, en el cual debió usted poner más atención, le da facultades, dicen, para hacer de su capa un sayo, al extremo de decir que usted lo fabricó del barro a su imagen y semejanza. Pues vaya imagen que de usted nos da, y qué semejanza.
Yo sé, pues en algún momento, por aburrimiento, me leí esos libros que dicen sagrados y que usted inspiró para que los escribieran sus mandados, pues muy señor mío y de mi mayor consideración, queda en ellos usted muy mal, o lo que le sigue. Nos lo presentan vengativo, poco juicioso, y de cierta maldad al meter en la humanidad los celos, las envidias, la venganza, el odio… y encima prefiriendo a unos sobre los otros, vamos, que la jueguecito que usted se llevó con Abel para encender de celos y envidias a Caín, lo traspasó ya no a individuos, sino a sociedades. O sea, en pocas palabras, que a usted le va la marcha de vernos pelear unos con otros.
Es como lo de Judas; si yo hubiese sido ese tal señor, usted estaba en el Juzgado de Guardia más próximo, porque para que a usted le salga bien la película, como la tenía programada, escoger a un pobre hombre, hacerle que le brillen los ojitos ante treinta monedas de plata para que entregue a su hijo al imperialista romano, pues no le deja muy bien. Sí, ya sé, somos juguetes suyos porque usted nos ha creado y nos destroza cuando quiere, nos divide y nos enfrenta, pero, y se lo pido por favor, deje de jugar con nosotros, entreténgase con juegos menos nocivos, por ejemplo haciendo crucigramas o solitarios.
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