Concurso de Relatos NAVIDAD de Todoslosforos

Corrijo el punto 7 de las bases:

7.- Para las votaciones habrá una semana. En esta ocasión empezarán el
mismo día 3 de Enero, una vez que anuncie que se han subido todos los
relatos, hasta el 9 de Enero a las 12 de la noche. El día 10 de enero se
anunciará el relato ganador, así como los finalistas.

Sorry, son contratiempos del "copy-paste".

Seguidamente procedo a subir los tres relatos presentados.
Acordaos de que tenéis que votar dos, con uno y dos puntos respectivamente.
Las votaciones terminarán el dia 9 de Enero, a las doce de la noche.

¿DOS HIJOS?

Aquel matrimonio compuesto por una bellísima joven y un hombre ya entrado en años, de aspecto bondadoso y de una completa serenidad ante tanta adversidad que encontraban en su camino, meditaban acerca de tener un solo hijo, el que ella estaba esperando, o bien aumentarlo posteriormente con otro más y formar esa parejita que es el deseo de tantos matrimonios en el mundo.

La mujer, que como ya hemos dicho era joven, podría tener no sólo uno, sino los que quisiera, pues a la juventud y belleza ya descritas unía una gran salud y fortaleza física. Él, por el contrario, ya notaba el paso de los años, y aunque no quería desilusionar a su joven esposa, pensaba que dos hijos serían una carga excesiva ante los tiempos difíciles que se avecinaban.

Los dos se dirigían hacia la gran ciudad para resolver un asunto de papeles. Ella lo hacía montada en un borriquillo y él andando junto a ella como correspondía a un marido que cuidaba con todo el esmero del mundo a su querida esposa.

En un momento de su caminar, y después de un largo tiempo de meditación, dirigiéndose a la mujer el hombre así le dijo:

—Decididamente no tendremos más que un hijo.

Ella le miró extrañada y con sus grandes ojazos le demandó una explicación que no llegaba a entender.

—Ya ves lo cruel que es el mundo —siguió diciendo el esposo— lo injusta que es la sociedad y lo mal que se está portando con nosotros. Tener dos hijos, mi querida esposa María, significa darle al mundo la oportunidad de tener dos Navidades, y tanta felicidad no se la merecen.

—Sí, José, amado esposo, creo que tienes razón— le contestó la mujer mientras acariciaba su abultada barriga donde un niño que sería muy famoso jugueteaba en su interior.

AQUELLA NOCHE ACIAGA


Aquella noche aciaga de frío y lluvia torrencial se le antojaba eterna mientras intentaba retener sin éxito alguna de las ideas vagas que atinaban a asomar por su mente.


Tenía los ojos inyectados en sangre y la mirada frenética , perdida, sin enfocar nada fijo, como si fuera capaz de vislumbrar alguna etapa intermedia entre sus ojos y las sucias paredes de aquél cuartucho lúgubre e infecto.


Posó la mirada ensimismada en los cristales azotados por el viento y las gotas de agua que corrían incesantes , mientras maldecía su maldita estampa. Un mechón rebelde caía sobre su frente empapada en sudor frío ,mientras su mano huesuda aferraba la botella de coñac barato ya casi vacía que reposaba sobre la mesa entre los papelotes arrugados que iba esparciendo sobre ella con rabia.


Aquella maldita novela terminaría con sus miserias, si es que lograba plasmar algo coherente en aquellas hojas blancas que trataba de taladrar con las teclas de su vieja máquina.


El tiempo se acababa , debía ser aquella noche , aquella noche infernal en la que el alcohol se hacía dueño de su mente y sus ideas febriles que ya no fluían como antaño.


Tenía que ser ahora , porque su agotada mente , ya no podía más , se negaba a seguir , a levantarse otro día y reunir el coraje suficiente para acercarse a la vieja tienda de la esquina a por más alcohol para poder soportar la tortura de la derrota, el calvario de las horas que pasaban tan despacio , y aquella desesperante y odiosa sensación de que el tiempo no existía , de que se había parado por completo en torno a él , de que pesaba, agobiante y asfixiante , pegajoso, prendiéndose en sus cabellos descuidados y largos , en su cara cubierta de esas feas barbas que nunca le gustaron, como si tirara de el a mordiscos …


Sólo, en aquella oscura madriguera , con sus podridas cortinas echas jirones y por las que no pasaba un solo rayo de luz , quizá por la mugre que lo cubría todo. Aquél camastro en un rincón donde a veces hacía repaso de su desdichada vida , recordando viejas épocas de gloria, cuando aún escribía y su hija acudía curiosa a sentarse sobre sus rodillas y leía con los ojos muy abiertos , aquellas novelas que le proporcionaron los momentos más felices de su vida en compañía de su familia, rodeados de lujo, de ilusión , de ganas de vivir y superarse.


Aquello quedaba muy lejos ahora, todo fue tan repentino… su vida había estallado hecha añicos, como un jarrón fino de cristal que cae al suelo y explota en mil pedazos que vuelan por el aire a cámara lenta.


Así recordaba a diario todo aquello ,con los ojos fijos en el techo sin pestañear, como ensimismado y sumergido en un mundo interior lejano, porque el dolor tan profundo, tan insufrible e intenso de saber que la odiosa vida le había arrebatado el sentido de su existir de un plumazo, como había hecho él antaño en algunas de sus novelas,arrancando de cuajo la vida del protagonista. Como si toda su vida hubiera sido también una novela escrita por alguien,algún ser malvado y perverso que decidió que su vida se hundiera por completo en un abismo sin retorno, y que su mente y su cuerpo se arrastraran día tras día ahogándose en la miseria de tener que respirar, sin su mujer y su hija muertas en aquel fatal accidente.


Desde entonces no había sido capaz de levantar cabeza , de respirar sin sentir el dolor hiriente de un profundo cuchillo rasgando su pecho y su alma , su vida había degenerado al punto de convertirse en el despojo que era , desvinculado por completo del mundo , de la sociedad , del tiempo eterrno que seguía martilleando en su mente con los recuerdos y el alcohol que a veces parecía traerle ensoñaciones cercanas a ellas , a verlas por fracciones de segundos …


Pero aquello debía terminar , precisamente hoy , el día de navidad , el mismo día que vino al mundo , morado por una vuelta de cordón alrededor de su cuello, y así pensó en irse , de la misma manera y el mismo día , con una vuelta de cordón alrededor de su cuello , quería irse con ellas.


Miró la soga con ojos febriles , miró la máquina y el papel en blanco aún , y pensó que se concentraría por última vez en intentar terminar aquella novela que dejó sin final , inconclusa , cuando ocurrió el fatal desenlace, cuando fue desmembrado del mundo por ¿ la pluma de algún cruel escritor que escribía la novela de su vida ?, sonrió ligeramente , una sonrisa torcida , cansada , le hacía gracia la ironía de su mente jugando con las palabras …


La noche siguió avanzando , despacio , sus ojos a veces inundados en lágrimas ,no le dejaban ver las palabras que seguía escribiendo la vieja máquina. No supo muy bien cuanto tiempo había pasado cuando se levantó mareado para desaguar todo aquél acohol que había ingerido, y de un manotazo sacó la última hoja de la máquina y la arrugó con saña como todas las demás , arrastrando todo lo que había sobre la mesa con los brazos hacia la papelera.


Fue entonces cuando un dolor muy similar a los que había sentido en los últimos años , inundó su pecho , lacerándole el corazón , pensó que era el dolor de la vida , de la vida sin ellas y cayó al suelo fulminado mientras le pareció que sus retinas distinguían a lo lejos , la sonrisa más bonita de su vida , la de su hija en brazos de su mujer avanzando hacia él como si nunca hubiera pasado nada . Le gustó tanto la sensación , que se sintió con poder de cambiar la novela que escribía aquél supuesto malvado y se abandonó al placer de sentir que tomaba el mando y dirigía el volver a ser feliz , mientras su mujer y su hija , le rodeaban , abrazándose a él fuertemente.


Un 2 de enero frío , muy frío , un joven desaliñado descubrió en la papelera de un cuartucho infecto , lo que parecía una novela y unas cuantas hojas arrugadas. Le venció la curiosidad y comenzó a leer todo aquello , llevado por no sabía que impulso. Cuando terminó todo aquello sin darse cuenta de que el tiempo había pasado incesante y era ya casi de noche , sin ni siquiera haber comido o cenado , sus ojos se iluminaron completamente dilatados y pensó , que si alguien escribía las vidas de todos nosotros , la suya acababa de ser premiada , porque jamás había leído algo tan asombrosamente ingenioso y bueno , que cambiaría de allí en adelante por completo el curso de su vida…


Pensó que le apetecía hacerse escritor.

LA PERPETUA TAREA

“Cafetería Qahwah”. Aquí, seguro. No podría ser de otro modo.
Nada más entrar, lo vi. Tan joven como siempre. Bien, hay que aclarar que para nosotros no pasa el tiempo, pero mi colega siempre aparentó tener una decena de años menos que yo.
Tras una interminable barra de granito revestida de friso en su parte frontal, servía cafés a diestro y siniestro y llenaba bandejas que, posteriormente, otros camareros se encargaban de llevar hasta las mesas. Olía muy bien allá. Nada comparable al café de mi Babilonia natal, pero me apeteció consumir. Me pregunté si me reconocería. Lo comprobé.

-Disculpe, un cortado, cuando pueda.

-“Ahora mihmiiiiito, hemano, aquí tenemo el mejó café, ¡¡el de mi Cuuuuuba natal!!”

¡Por mil dromedarios! ¿Cubano? A ver si era yo quien no le conocía a él. ¿No me habría equivocado de local? Probé con la contraseña. Cogí un periódico que descansaba sobre la barra, y fingí leer. Esperé a que mi compañero me sirviera.

-Tener la capacidad de procurar el bienestar ajeno, es el mayor logro del ser humano.

-… Y la de destruirlo, el menor. ¡Hermano! ¡No te conocí! ¿qué hiciste? ¡Te quitaste la barba!

Salió de la barra por debajo, con la agilidad de un gato, para darme un emocionado abrazo, abrazo que correspondí gustosamente.

-¿Puedes explicarme qué hace un persa caracterizado de cubano en una cafetería de rótulo en árabe?

-Hay que ganarse la vida, hermano Gaspar. No es fácil cambiar de país y de trabajo continuamente, eso lo sabes tanto como yo. ¿A qué te has dedicado tu? ¡La corbata te queda horrorosa!

-Jamás pensé, hermano Baltasar, que me vería trabajando de contable. No me reconozco ni yo mismo. Como bien aciertas, mientras vaguemos por la eternidad, hemos de ganarnos el pan. ¿Llamaste a Melchor?

- Por supuesto, nos espera en el hospital. Se encargó durante toda la semana de recoger cartas ayudado por los pajes, y conseguir los juguetes. Todo está listo para esta tarde. Hoy me toca doblar jornada.

-Le debemos una. Bueno, tenemos toda la perpetuidad para devolverle el favor. ¿Iremos en Metro? ¿andando? ¿un taxi?

-No, si esperas media hora, termino ya. Incluso he traído la ropa, podemos cambiarnos aquí. Por las fechas que son, no llamaremos la atención por la calle, ¡te lo aseguro!

Media hora después, y ya caracterizados con el que siempre fue nuestro uniforme de trabajo original, nos adentramos en un parking oscuro y bastante mal iluminado.

-Baltasar. ¿Qué es esto?

-Fui a comprar un par de camellos y esto fue lo más parecido que me ofrecieron, hermano. Estamos en Europa, siglo XXI.

Mi compañero abrió el maletero de un dos caballos reluciente, e introdujo las bolsas con la ropa. De seguido me invitó a subir por la puerta delantera.

-Gracias, hermano. ¿Cómo es posible que funcione? ¡Por la matrícula debe tener más de veinte años!, seguro que te gastas una buena parte del sueldo en el taller.

-¡En absoluto! ¿Averiarse, mi dos-jamelgos? Somos magos, hermano Gaspar. ¿Lo olvidaste? No necesito taller.

Nos dirigimos hacia el hospital. Allí nos esperaría nuestro colega Melchor. La última noticia que tuve de él, pocos días antes, fue que ejercía como profesor en una escuela infantil y tenía seis niños en casa, en régimen de acogida. Todo en un año. A saber cómo lo conseguiría. Bueno, como bien había apuntado Baltasar, somos magos; Melchor tendría sus contactos. Nada me comentó, en cambio, de los quince kilos que había cogido, bien ubicados en su cintura. Eso pudimos descubrirlo en cuanto apareció por una de las puertas, brazos en alto, raudo a saludarnos. Baltasar, como siempre, hizo alarde de una agilidad (que me sorprende en sus dos mil años de edad) para salir del coche, y le abrazó primero.

-¡¡Ohohohóoooooooooo!!!

-¡Hermano Melchor! No está bien mofarse de la competencia, ¡haz el favor!,- se rió mi moreno compañero mientras desaparecía literalmente entre los brazos del barbudo colega. Los separé; yo también tenía ganas de abrazarle.

-¡Caray, Melchor! De no ser por el uniforme y las babuchas, te habría confundido con Santa. ¡Estás orondo!

-¡No, hombre, no! Santa es considerablemente más bajito, ¡no compares! Aunque no habría puesto inconveniente en suplirle si hubiera hecho falta. ¡Nos dedicamos a lo mismo, a fin de cuentas, ¡ohohóoo!

-¿Le has visto este año? ¿No se ha quedado por aquí?

-¡Sí, claro que lo vi! Vino a traer unos juguetes a algunos chavales, pero partió con prisa a repartir a los demás. Anteayer pasaba la ITV en Laponia, allá se han puesto muy exigentes con el parque móvil de trineos. Me dio recuerdos para vosotros.

-Pues no es muy diferente a acá, -apuntó Baltasar.- Cuando llevo el dos-jamelgos a la inspección, me lo miran con lupa; creo que ya tienen ganas de que me deshaga de él.
El frío y las prisas nos invitaron a pasar al interior, donde Melchor nos presentó a la jefa de planta de Oncología Infantil. Esa tarde tendríamos poco trabajo, solamente nos dedicaríamos a entregar regalos en los hospitales para dejar la noche del día cinco reservada al resto de los niños. Si nos distribuíamos bien el tiempo, ni siquiera tendríamos que utilizar nuestro don de la ubicuidad. Esa facultad, pese a lo envidiable que pueda parecer, desgasta mucho.

-Instálense cómodamente. El señor García (dijo, señalando a Melchor), ya tiene la llave del cuarto de los juguetes. Les ruego que anden con cuatro ojos. Los chicos, aunque enfermitos, a veces también cometen la travesura de escaparse por los pasillos. Ay que ver, su caracterización es de las más conseguidas que he visto jamás. ¡Parecen ustedes los auténticos!
Aunque… -dijo, mirando de modo sospechoso al colega Baltasar-, su moreno parece más árabe que cubano. ¡Mejor!, ¿no?

El caos reinaba en la habitación de los regalos. Reñimos a nuestro compañero por no haberse molestado en utilizar su magia para poner un poco de orden allá. Se excusó diciendo que los exámenes y sus chavales le habían robado la casi totalidad de su tiempo disponible, y que los pajes, de haberse puesto a ordenar aquello, nos habrían salido bastante caros en horas extra.

-¿Y qué harás con tus niños cuando, como actuamos para no delatar nuestra edad, tengas que marcharte a otro país y cambiar de identidad?,- le pregunté.

-Ya tengo algunas familias escogidas para que se queden con ellos. Mientras tanto yo disfruto viéndoles crecer, y ya conocen a sus futuros progenitores; van a sus casas a menudo y juegan con sus hijos. Cuando me vaya, ya tendrán la edad suficiente para entenderlo. Espero.

La jefa de planta volvió aproximadamente una hora después para indicarnos que los niños ya estaban esperando en la sala de juegos. Cogimos los sacos que habíamos llenado ciñéndonos a un listado de destinatarios por orden alfabético, o mejor dicho, intentamos cogerlos. Habíamos dado unos días libres a nuestros pajes, después de haberse ocupado durante semanas de recoger cartas. Gran error. Nuestras milenarias espaldas ya no estaban para tanto fardo. Aun así, hicimos el esfuerzo y cargamos con los regalos hasta allá, dando tumbos por los pasillos, cuales tortugas con el caparazón escorado.

Entrar en la sala y emocionarme fue todo uno. Frente a mí se disponían tres hileras de cabecitas pelonas, algunas con gorrito, otras con vendas, y las más valientes, rasitas, con algún mechón a modo de flequillo, o con una especie de pelusilla amelocotonada que otorgaba a las criaturas un aire travieso, dentro de lo que la calvicie debilita en apariencia. Los quince niños guardaban silencio sentaditos en sus sillas. El profesor García (Melchor) debía sentirse en su salsa. La escena me remontó a tiempos ancestrales de estudiante.

El equipo médico había dispuesto tres sillones de piel (sacados de a saber qué despachos) para nuestra comodidad. Junto a ellos, en el suelo, depositamos los sacos, y antes de sentarnos, nos dirigimos a nuestro público para saludar. Sin acuerdo previo, cedimos a Melchor, ya que se había ocupado de todo, el honor de la presentación.

-Buenas tardes y Feliz Navidad. Estimados niños: Me llena de orgullo y satisfacción…
Una carcajada unánime estalló en la sala de juegos, interrumpiendo al mago.

-¿Qué pasa?,- preguntó, asombrado, mi orondo compañero. Un espabilado crío, ataviado con un pijama tres tallas mayor de la que le correspondiere, le sacó de duda:

-¡Que hablas como el Rey!

Nos miramos entre los tres y no pudimos evitar contagiarnos. Baltasar terminó de romper el hielo:

-¡Es que nosotros también somos reyes! ¿Nooo? ¡El discurso de vuestro Rey lo inventamos nosotros hace muuuuuuchos años!¡No, muuuuuchos siglos! ¡Pero entonces no había televisión!
¿No pensáis, entonces, que a lo mejor nos ha copiadoooo?

-¡Síiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii!

Entre risas, bromas, y dulces y mordaces mofas infantiles, emprendimos la tarea que, desde Belén y hace ya más de veinte siglos, tuvimos a bien autoencomendarnos, con la satisfacción y el orgullo (más que el Rey) que sólo podemos sentir quienes llevamos, voluntariamente, la ilusión a todos los hogares del mundo como objetivo prioritario de una vida sin final por conocer, y con el único e impagable premio de una sonrisa por cada niño que recibe un regalo nuestro.

Después de haber entregado ya una docena de juguetes, Melchor sentó en su regazo a una pequeña de cuerpecillo diminuto, a quien la enfermedad minaba irremediablemente. Nunca entenderé por qué, entre tantos dones, no se nos concedió el de devolver la salud. Cuántas veces, hablando con mi Superior, se lo habré preguntado, sin recibir, hasta hoy, respuesta. Siempre habrá una barrera entre Él y nosotros que nunca podremos saltar. Seremos magos, pero a sus ojos, sólo somos humanos.

-¿Cómo te llamas?

-Nerea.

-Muy bien, Nerea, y ¿cuántos añitos tienes?

Nerea movió los deditos, intentando contar. Finalmente, y tras labrarse un buen jaleo digital, acertó con la postura y levantó cuatro, abiertos entre sí.

-Éstos. Mi hermano Iván dice que sois de mentira. ¡Que sois unos señores disfrazados y lleváis la barba pegada con pegamento!.

-¿Tu hermano? ¡Qué va! Tú no le creas, Nereíta, lo dice para hacerte rabiar. ¡Mira, mira, tira de mi barba!

Y Nereíta sacó fuerzas ciclópeas no sé de dónde, porque le propinó a Melchor tamaño tirón de pelos, que debió dolerse durante días.
En esta ocasión, di las gracias al “de arriba” porque la niña no hubiera probado con mi barba, postiza y mal adherida, pues nos habríamos visto metidos en un serio problema. Nos dedicamos los tres una cómplice mirada. Baltasar, emulando de nuevo al cubano (que ya diría que llevaba dentro), me susurró, entre un par de guiños:

-“¡De la que te librahte, mi hemaaaaano!”

Tener la capacidad de procurar el bienestar ajeno, es el mayor logro del ser humano.

Podéis comenzar a votar

Aquella noche aciaga... 2 puntos
¿Dos hijos?... 1 punto

Aprovecho el hilo para indicar que hoy ese el último día para votar las fotos del concurso fotográfico en orden de 5 a 1 punto
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(los votos a mi correo: [Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo])

Tay, soy más chula que un ochooooo

Marmopi escribió:

Aquella noche aciaga... 2 puntos
¿Dos hijos?... 1 punto

Aprovecho el hilo para indicar que hoy ese el último día para votar las fotos del concurso fotográfico en orden de 5 a 1 punto
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Tay, soy más chula que un ochooooo [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

pos me rindo a tus pies, jamía, no veas qué alegria ver un voto por aquí... [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

habrá que hacernos campaña mutuamente, asi que...

¡¡que también esperan votos en el hilo de fotografia, chic@@@@@@s!!!

_DESTELLO_ escribió:

Pues habrá que votar ... Ahí van los míos. [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

¿ Dos hijos ? ------ 2 puntos

La perpetua tarea - 1 punto

Saludetes , que gane el mejor.

¡¡muchas gracias Desteeeeeeee!!!

miiiiira, ya tenemos dos... [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

La perpétua tarea............ 2 puntos

Dos hijos? ...................... 1 punto

La Perpetua Tarea-2 puntos


Aquella noche aciaga--1 punto

¡¡Gracias, Mara y Ronald!!!

Aquella noche aciaga 2 P

¿Dos hijos 1 P

Voto por "Aquella noche aciaga" = 2 puntos
La perpetua tarea = 1 punto.

¡¡gracias, Marti, Postiguet!!!

está la cosa reñida!! [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Mis votos son estos:

La perpetua tarea 2 puntos

Aquella noche aciaga 1 Punto

Enhorabuena por los relatos.
Mis votos son
¿Dos hijos? 2 puntos
Aquella noche aciaga 1 punto

Suerte a los 3 participantes

La perpetua tarea -> 2 puntos

¿Dos hijos? -> 1 punto

¡¡¡Muchas gracias, Sense, Suku y Nirvana!!

tay escribió:

¡¡¡Muchas gracias, Sense, Suku y Nirvana!!

No hay de qué

Lo cierto es que el tercero (La perpetua tarea) me ha encantado. Un enfoque muy original, y mezcla de sentimientos al leerlo...
Estoy por votar otra vez

Nirvana escribió:

tay escribió:

¡¡¡Muchas gracias, Sense, Suku y Nirvana!!

No hay de qué

Lo cierto es que el tercero (La perpetua tarea) me ha encantado. Un enfoque muy original, y mezcla de sentimientos al leerlo...
Estoy por votar otra vez [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Pues no va a poder ser!!!
Pero bueno, al autor ya le queda aqui que te ha gustado... y eso es como si votaras mil veces [Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen]

Llego por los pelos, me fui sin ordenador y no me dio tiempo ni a terminar mi relato ni a participar, pero por lo menos voto:

La perpetua tarea: 2 puntos

¿Dos hijos?: 1 punto

Enhorabuena a todos.