La sexta ola desde una UCI: "Ahora ofrecemos un pronóstico de vida altísimo"
El doctor José Eugenio Guerrero aparece al final del pasillo con un pijama naranja, una bata blanca y el pelo cano. El último año y medio al frente de la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital Gregorio Marañón le ha caído como una losa encima. Todavía espanta fantasmas, pero ya nada es la pesadilla que fue. El centro de referencia madrileño tiene siete pacientes ingresados por coronavirus frente a los 134 que llegó a sumar en el peor momento. elDiario.es ha podido acceder a la antigua biblioteca del hospital, reconvertida de manera permanente en una nueva UCI. Este es el retrato de una sala de intensivos 18 meses después del inicio de la pandemia.
No hay carreras ni escenas de pánico, aunque sí una sensación de que los ingresos entran con más frecuencia que hace unas semanas. Dos en los últimos días. El número de contagios está subiendo en toda España y eso "se nota" ya a nivel hospitalario. Según los últimos datos de Sanidad, en España hay 571 pacientes en UCI, que ocupan el 5,66% de las camas disponibles. En Madrid son 86, distribuidos entre todos los hospitales. La diferencia con la primera, la segunda, la tercera y la cuarta ola es que no supone un problema a nivel asistencial. Ni hay previsiones de que lo sea con la alta cobertura vacunal. "Ahora ofrecemos un pronóstico de vida altísimo. Puede que tengan una traqueotomía, que sean intubados, que lo pasen mal y que salgan agotados, pero sobreviven. En los primeros meses la mortalidad en UCI era del 38% y en la quinta ola, del 8%", afirma el doctor Guerrero tras consultar un papel arrugado que saca de la bata con las cifras. La mayor esperanza ha cambiado también, apostilla, la relación con los familiares. "Antes hablabas con ellos cuando ingresaban en la UCI por primera vez y lo siguiente era decirles que se había muerto; ahora pueden visitarles". Médicos y enfermeras de la UCI están escaneando desde la primera línea quiénes son los pacientes que, con un 80% de la población española vacunada, acaban en cuidados intensivos. El nuevo desagregado de los datos oficiales del Ministerio de Sanidad confirma que las inyecciones reducen el riesgo de hospitalización, UCI y fallecimiento en todos los grupos de edad. Esta es la mirada macro. La micro arroja más matices. El perfil de los pacientes ingresados en la UCI del Marañón no es completamente homogéneo. Tienen entre 54 y 70 años y un 70% no están vacunados, "porque lo han decidido o porque no han podido", aclara el jefe de servicio, que confirma que los pacientes "que no existen" para el sistema -es decir los extranjeros sin tarjeta sanitaria- tienen peores tasas vacunales. -¿Han tratado a negacionistas de la pandemia? -Recuerdo uno. Poca broma, murió el hombre. No quiso ingresar en la UCI y se quedó en la planta. Al final terminó viniendo pero se negó a ser intubado. El 30% que resta son pacientes inmunizados que, pese a ello, han enfermado gravemente. Guerrero los divide en dos grupos. Una primera mitad están inmunodeprimidos, el factor "más relevante" para aumentar el riesgo, ya sea por patologías o por tratamientos. La otra mitad resultan una incógnita: "Son personas que, por la razón que sea, no han generado respuesta inmunitaria", explica el intensivista. La Ponencia de Vacunas que asesora al Ministerio de Sanidad en la estrategia reitera en su último documento que "la información disponible en España muestra una pérdida de la protección frente a la infección por SARS-CoV-2 a partir de los 3-6 meses de la vacunación completa", aunque con la evidencia disponible esa pérdida de eficacia no implica más posibilidades de hospitalización. La segunda UCI del Marañón, donde accede este medio, está en la planta baja y se inauguró hace un año tras seis meses funcionando como un espacio provisional para los pacientes muy graves. El espacio está dividido en 15 boxes individuales que pueden desdoblarse en dos. La moderna infraestructura, al aislar a los enfermos por habitaciones, permite mezclar en la misma UCI a infectados y no infectados. Los primeros tienen colocado en su puerta un cartel con esparadrapo que advierte de que son contagiosos. La mayoría de los boxes están en penumbra. Al fondo se distingue la cara de una mujer no muy mayor, iluminada por la pantalla del móvil. "Consciente y orientada", definen las enfermeras. Ingresó hace dos días en cuidados intensivos y en su historial figura una pauta completa de AstraZeneca. "Hemos tenido un par de ingresos últimamente de vacunados con esta inyección, pero lo que yo pueda contar son meras impresiones". Guerrero se adelanta a la pregunta y afirma: "La vacuna es magnífica, magnífica, aunque parece que existe una disminución de la inmunidad de las células desde la segunda dosis". Hay estudios, citados por los expertos del Ministerio de Sanidad, que apuntan a que los vacunados con el fármaco británico vieron más reducida su inmunidad ante una posible infección que las que recibieron Pfizer. La pérdida de efectividad, además, aumenta con la edad y es más significativa para las personas menores de 40 años con "factores de alto riesgo". Estos hallazgos han reducido a la mitad (de seis a tres meses) el tiempo que debe pasar entre la segunda dosis y la dosis de refuerzo para mayores de 60 y personal sanitario, según el último documento de recomendaciones de la Ponencia de Vacunas. Los intensivistas y sus equipos han dejado atrás tras año y medio la angustiante constatación de que iban a ciegas contra un virus que ponía gravemente enfermos a los pacientes en pocos días y, en muchos casos, los mataba. Pero en las estanterías del fondo de la memoria se apilan imágenes que no son fáciles de olvidar. "Uno echa la vista atrás y revisa las decisiones que tomó. Estamos hablando de cosas... de 25 candidatos para 3 camas. Nos faltaron recursos, claro, aunque a las UCI siempre nos trataron de manera preferencial", sentencia Guerrero. "Llegamos a mecanizar, pero lo ves con distancia y piensas: madre mía", cuenta la enfermera María Huerta, que había trabajado en quirófanos hasta que la COVID se llevó por delante las operaciones. Su contrato forma parte de los refuerzos asociados a la pandemia. Acaba el 31 de diciembre. Emma Martínez es la enfermera más joven de la UCI. Cuando la pandemia estalló en España aún no había terminado la carrera. Lo siguiente fue una vorágine que dejó sin palabras hasta al más experimentado de la unidad. "Lo más sorprendente son los altibajos de estos pacientes. Te vas de aquí un día y al siguiente te lo encuentras intubado o con una mejoría tremenda. Eso impacta a nivel psicológico, también a ellos", asume. Pese a la notable mejora del escenario, los jefes de las UCI madrileñas mantienen activos dos grupos de WhatsApp creados cuando Madrid vivía una situación crítica. El primero se llama 'Tetrix' y fue la vía para gestionar de manera informal los traslados de los pacientes más graves de un hospital a otro en función de las camas disponibles ante del desborde de la Consejería de Sanidad. El segundo se montó para compartir dudas y consejos sobre los tratamientos que iban administrando a los enfermos, otro de los grandes agujeros negros en la primera ola. Hoy, aunque la incidencia sigue escalando y se asume –por el conocimiento adquirido sobre cómo se comporta el virus– que se ocuparán nuevas camas en las próximas semanas, queda poco de aquello. A través de los cristales de la del Marañón se atisban varios puestos libres. Las UCI han dejado de ser camas calientes.
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Tema: Re: Covid 19 Mar Nov 30, 2021 11:27 am
78.5% de los españoles a favor de restricciones más severas a los no vacunados en España
Nuestro país empieza a no ser ajeno a la estrategia que se va imponiendo en otros países de la UE centrada en aislar a los no vacunados La pandemia de los no vacunados ha llevado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar que el nuevo epicentro de la emergencia sanitaria está otra vez en suelo europeo. Aún así, sigue habiendo personas reacias a vacunarse.
Algunos países como Austria, donde han gozado de una casi normalidad durante meses, ahora la tasa de infección es de más de 800 casos por cada 100.000 personas y por ello ha aplicado desde fuertes restricciones a la población no vacunada ante la rápida de propagación del coronavirus.
Al encontrarse al borde del colapso hospitalario, el Gobierno austriaco optó por confinar a lo ciudadanos que no estén vacunados o dispongan de un certificado que demuestre haber superado la enfermedad por un periodo inicial de diez días que comenzó el pasado 15 de noviembre y durante el cual solo podrían salir de casa para trabajar, comprar alimentos o ir al médico. En caso de infracciones las multas podían llegar hasta los 1.450 euros.
Mientras tanto en Alemania, donde solo el 66,8% de la población está completamente vacunada, a las personas no vacunadas se les ha prohibido ir a restaurantes, peluquerías y cines. La policía llevará a cabo controles al azar en los espacios públicos para determinar el estado de vacunación de las personas y quien no cumpla con la norma podría arriesgarse a recibir una multa que va desde los 500 euros a los 1.500.
En ciudades como Berlín unas nuevas normas excluyen a las personas que optan por no vacunarse en muchas áreas de la vida pública y solo las personas que estén completamente vacunadas pueden comer dentro de restaurantes o ir a clubes o bares. Además, los eventos al aire libre con más de 2.000 visitantes también estarán prohibidos para los adultos no vacunados.
España considera la opción de aislar a los no vacunados En nuestro país las autoridades autonómicas empiezan a no ser ajenas a la estrategia que se va imponiendo en otros países de la UE, centrada en aislar a los no vacunados y están considerando la opción de exigir el pasaporte Covid para acceder a hospitales y otros lugares públicos, algo que Galicia, Cantabria o Cataluña ya hacen para entrar en bares de copas.
Según el barómetro del Instituto DYM para 20minutos, el 78.5% de los españoles apoya aplicar restricciones más severas a las personas no vacunadas como la prohibición de acceso a determinados locales y espacios. Solo el 17,1% está en contra y el 4,4% restante no sabe o no responde.Tal y como explica el citado diario, los votantes de todos los partidos apoyan esta estrategia, aunque los de Vox son los más reacios: solo un 63,9% apoyan las restricciones para no vacunados, porcentaje que sube al 81,9% entre los votantes del PP, al 82,4% entre los de Unidas Podemos, al 82,7% entre los de Cs y al 83,3% entre los del PSOE. El rechazo es mayor en hombres ( 20,4%) que en mujeres (14%), y es más intenso entre jóvenes. En la franja comprendida entre los 18 y los 45 años, el sí ronda el 70% y el no, el 24%, mientras que en la franja de 46 a 65 años el respaldo a las restricciones para no vacunados sube al 80,7% y al 87,8% entre los de 66 a 75 años.
En relación a la vacuna, el 91,1% de los encuestados asegura ya haberla recibido con un dato ligeramente inferior entre hombres que entre mujeres (90,7% frente a 91,5%) y más bajo entre los jóvenes: un 85,3% entre los 18 y 35 años, el 90,6% entre los 36 y los 45, el 91,8% entre los 46 y los 65 y el 95,9% entre los 66 y los 75 años.
Entre los votantes de Vox la cobertura de la vacuna es más de diez puntos inferior que entre el resto de partidos, un 82,2% frente al 92,8% de Unidas Podemos o el 97,4% de Ciudadanos.
En cuanto al tercer pinchazo o la dosis de refuerzo, el 80,1% de la población está dispuesta a revacunarse y la cifra sube al 86,5% entre quienes ya recibieron las primeras dosis. El dato baja entre la población de 18 a 35 y de 36 a 45 años, de los cuales acudirían a revacunarse el 71,6% y el 78,4%, respectivamente y entre los seguidores de Vox, de los que se revacunarían el 63,3%.
Salú y República.
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El llobu V.I.P.
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Tema: Re: Covid 19 Jue Dic 02, 2021 1:25 pm
Salú y República.
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Z V.I.P.
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Tema: Re: Covid 19 Jue Dic 02, 2021 2:16 pm
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Tinajas Moderador
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Tema: Re: Covid 19 Vie Dic 10, 2021 12:33 pm
El mayor experto en coronavirus de España se moja sobre las fiestas y los no vacunados "La pandemia evoluciona muy mal", advierte el virólogo Luis Enjuanes
Luis Enjuanes, el virólogo español considerado uno de los mayores expertos en coronavirus del país -sino el mayor- ha lanzado un mensaje a modo de advertencia: la pandemia “evoluciona muy mal”. Así lo ha dicho durante una intervención en Más Vale Tarde, tras comentar los últimos datos de la incidencia acumulada en España, que se sitúa ya en 305,57 casos por cada 100.000 habitantes. El Ministerio de Sanidad ha contabilizado 26.412 nuevos casos de coronavirus desde el martes. 6.808 de estos contagios han sido diagnosticados en las últimas 24 horas, frente a los 4.827 registrados el martes.
El prestigioso virólogo ha defendido la necesidad de limitar e incluso cancelar los eventos masivos propios de estas fechas: “Cuando hay pocos números es fácil controlar la epidemia, pero si son muy altos no es posible hacer el seguimiento de todos los infectados. Tenemos que luchar para bajar los números. Llevamos varias semanas que van subiendo y el sentido común dice que no tenemos elección, que tenemos que actuar más positivamente que antes”.
La pandemia de coronavirus vuelve a llenar los medios de comunicación de grandes titulares. Estos que siguen son algunos de este lunes: "Portugal alcanza un nivel de riesgo muy elevado", "Italia instaura la dosis de refuerzo anti Covid a embarazadas y excluye riesgos", "Noruega registra un récord de hospitalizaciones desde el indicio de la pandemia", "Irlanda del Norte prevé 'una tormenta' de casos por el avance de la variante ómicron", "China detecta su primer caso de la variante ómicron". "El Reino Unido notifica la primera muerte de una persona infectada con la variante ómicron", "El misterio del país Vasco y Navarra: donde el virus más se ensaña y los expertos no se explican por qué", "Baleares exigirá a los sanitarios el certificado Covid para trabajar", "Los asesores de Sanidad piden poner ya la dosis de refuerzo a los mayores de 40 años". "La UE avisa de que el ómicron se extiende más rápido de que se detecta". Insisto: todas estas noticias son de este lunes. El virus sigue sorprendiendo incluso a la comunidad científica. Por su rapidez de propagación; por su letalidad; por su capacidad de resistencia contra medicamentos y vacunas; por su generación de nuevas variantes, mutaciones, linajes o cepas. Ómicron es la decimoquinta letra del alfabeto griego. No todas las letras anteriores han dado nombre a una variante. En mayo pasado, el comité de expertos en virus de la Organización Mundial de la Salud (OMS) decidió nombrar las variantes que se fueran detectando con nombres de letras griegas, en el orden del alfabeto. Pretendía dos fines con esta decisión sobre nomenclatura científica: facilitar la comunicación entre expertos y profanos de todo el mundo y evitar el estigma hacia los países donde se detectara que surgían las nuevas variantes. A la primera variante sobre el virus original -el de Wuhan-, surgida en Reino Unido, se la renombró entonces como alfa. A la segunda, detectada por primera vez en Sudáfrica, como beta. La tercera, gamma, había sido detectada en Brasil. La cuarta, delta, en India... Épsilon surgió por primera vez en California (Estados Unidos); zeta, en Río de Janeiro (Brasil); eta, en Nigeria; iota, en Nueva York (EE UU); lambda, en Perú; mi -o mu-, en Colombia... Bien se ve que la pandemia no solo se ha expandido por todo el planeta sino que incluso las variantes surgen en los lugares más diversos. Hace pocas semanas se detectó en Sudáfrica una nueva variante a la que se le advirtió pronto una especial gravedad, del nivel de delta, que es la que hasta ahora había causado mayores estragos. En el alfabeto griego, a la letra mi -o mu- le siguen ni -o nu- y xi. La OMS decidió no darle ninguno de esos dos nombres a la nueva variante. El primero se descartó por su parecido fonético con el 'new' inglés. El segundo, entre cierta polémica, porque Xi es un nombre propio frecuente en China -lo lleva su presidente, Xi Jimping- y, según la OMS, con la nueva nomenclatura decidida en mayo se pretendía "evitar causar cualquier ofensa a ningún grupo cultural social, nacional, regional, profesional o étnico". Pese a las explicaciones, no faltaron voces que dijeran que la OMS ha tratado al gigante asiático -donde comenzó la pandemia- con excesiva consideración desde el inicio de esta trágica enfermedad. Así fue como llegamos a ómicron. Nomenclaturas aparte, ómicron está generando otro debate. Parte de la comunidad científica considera que la variante no es tan peligrosa como se está haciendo creer, y que algunos dirigentes políticos y países que están tomando ahora medidas muy duras lo hacen porque prefieren pasarse a quedarse cortos y por la mala conciencia de que al comienzo de la pandemia pecaron por defecto, por ser demasiado laxos y no tomarse en serio el mal. Otra parte de los científicos consideran que no hay que relajarse de ningún modo con el virus y que todo lo que se haga para frenarlo es poco, y especialmente con esta variante, de la que aún sabemos poco. ¿Y en España? Con ómicron seguimos como desde hace meses. Miedo político a tomar decisiones contundentes, vuelta al debate salud versus economía, cada administración pública siguiendo su camino sin apenas coordinarse con otras o someter a contraste y balance lo que ha venido haciendo hasta ahora y… diferentes tribunales dictando cosas muy diferentes e incluso contradictorias. El colmo: lawfare hasta en la pandemia, y expertos en salud pública tan acreditados -entiéndase la ironía- como los magistrados de los TSJ de las diferentes comunidades autónomas, o del Tribunal Supremo, o del Tribunal Constitucional, teniendo la última palabra y decidiendo en el fondo sobre la técnica, la táctica y la estrategia. Al alfabeto griego aún le quedan nueve letras tras ómicron; y a la pandemia, al paso que vamos, muchas nuevas oportunidades de golpearnos. Nada, que decidan los jueces cómo la combatimos.
Ayuso finge no temer a ómicron mientras avisa sobre el "gran apagón" imaginario
El Reino Unido registró este jueves 88.376 nuevos contagios por Covid. En un solo día. La cifra supone un récord con 10.000 casos más que el día anterior, que a su vez había sido otro récord, y un salto del 67% sobre la anterior cifra máxima que se remonta a hace dos semanas. Los consejeros científicos que asesoran al Gobierno advierten de que el aumento de casos por la variante ómicron va a ser espectacular y que existe el riesgo real de que coloque a la red hospitalaria en una "situación de serio peligro". En Dinamarca, el récord de contagios se ha batido por cuarto día consecutivo. Los 9.999 casos registrados el jueves son también una cifra nunca alcanzada y un incremento del 128% con respecto a hace tres semanas. En casi toda Europa la sensación de alarma se extiende. En el plano individual, siempre que la gente esté vacunada, no parece que el riesgo para la salud sea tan grande como en 2020, pero colectivamente el miedo está justificado. Vuelve el temor a que hospitales y sistemas de salud se vean desbordados. En toda Europa, pero no en toda Europa. Como sabemos, hay una aldea no gala –en realidad, tampoco es una aldea– que se resiste a seguir los criterios extendidos en la mayoría de los países, por los que un aumento repentino de los contagios obliga a adoptar medidas que limiten los contactos sociales. Evidentemente, es la Comunidad de Madrid, donde su presidenta nunca renunciará a su idea de que la economía es tan importante como la pandemia y de que un exceso de restricciones coarta la libertad de los ciudadanos. De los que no se mueren, claro. Las 16.000 personas que han fallecido en Madrid, según los datos oficiales confirmados, no están en condiciones de ejercer esos derechos. En otras ocasiones, el calendario había aparecido para echar una mano a Isabel Díaz Ayuso. Esta vez, ha sido al revés. El aumento de contagios ha coincidido con la última de las andanadas que se disparan en la guerra fraternal entre Ayuso y Pablo Casado por el control del partido en Madrid. La última es por algo tan mundano como la celebración de cenas de Navidad. La presidenta madrileña tuvo que aceptar a regañadientes el veto impuesto por Génova y lo consideró una desautorización de la política sanitaria aplicada por su Gobierno. Con la alarma causada por las noticias sobre ómicron y el aumento repentino de infecciones después de varios meses de tranquilidad, Ayuso apareció como alguien desconectado de la preocupante realidad y absorbida por su ego. Ha sido un argumento habitual en la oposición a su Gobierno. La diferencia es que esta vez varios presidentes regionales del PP se colocaron cerca de Génova en el misterioso caso de las cenas navideñas. El murciano López Miras apeló al "sentido común" –lo que puede sugerir que escasea en los líos del PP de Madrid– para justificar la cancelación de estos eventos. Su frase "es muy importante no contagiarse para ser libres" sonó directamente a choteo. El castellano-leonés Mañueco comentó que en su comunidad ya habían adoptado la decisión de cancelar las cenas. El gallego Núñez Feijóo ha ido en la misma línea sin darle dramatismo, pero calificando de sorprendente que un asunto tan liviano como las cenas sirva para atizar el "ruido" de esta crisis en el partido. Como si la realidad estuviera conspirando contra ella, el jueves surgió la noticia del contagio de un concejal del PP en la localidad madrileña de Arganda, que estuvo en una cena de Navidad el pasado viernes a la que asistió Ayuso. Lo primero que hizo ella fue el clásico 'no sé de quién me habla': "Es una persona con la que ni siquiera recuerdo haber estado cerca". Eso es todo un bajón para el pobre concejal, que suma ahora al contagio el desdén de su presidenta. Lo segundo, intentar restar importancia al hecho y su relación con las cenas que se había empeñado en celebrar. "Hacer un circo de cada contagio no nos sirve de nada", dijo. En el apartado de noticias no políticas, pero con un impacto incluso mayor, el Real Madrid anunció en dos días el positivo de seis de sus jugadores. Seguro que la directiva del equipo no piensa que se trata de un circo al que no conviene prestar demasiada atención. Hablando de circos, esta semana se ha producido una decisión del Gobierno madrileño que habrá sido muy celebrada por el equipo del programa televisivo de Iker Jiménez. El Gabinete de Ayuso aprobó un protocolo de actuación en relación a un hipotético "gran apagón". Curiosamente, el Gobierno que niega algunas evidencias científicas suscritas por la mayoría de gobiernos europeos en relación a la lucha contra la pandemia ha decidido de repente dar pábulo a una teoría de la conspiración que ha sido alentada desde medios de extrema derecha y programas televisivos sensacionalistas, además de Vox. "La posibilidad de un apagón a gran escala por desabastecimiento energético no es una idea descabellada, según los expertos", dijo el miércoles Enrique López, consejero de Presidencia. En realidad, ocurre lo contrario. La capacidad de producción eléctrica española es más del doble que el récord de consumo histórico, para el que hay que remontarse a 2007. Varios expertos tachan de "invento de novela de terror" la amenaza de este apocalipsis eléctrico. Países como Austria o Alemania son muy dependientes del gas ruso, pero por otro lado tienen asegurado el suministro porque Moscú también necesita vender su gas. Otra cosa es que un Ministerio de Defensa cuente con planes de contingencia para cualquier situación potencial de riesgo, excepto quizá la llegada de extraterrestres e incluso es posible que la tenga en este último caso. ¿Cómo es posible que el Gobierno de Ayuso ampare iniciativas como esta con las que, dicen, no pretenden alarmar a la gente? Cuando admiten que no tienen "datos objetivos" que la sustenten. En primer lugar, dejar en evidencia al Gobierno central y a la propia dirección nacional del PP, que no se han movilizado ante la hipotética amenaza. El objetivo último es encontrar un titular irresistible que además suene atractivo a los votantes de Vox. Se trata de una parte del electorado, que no existe solo en España, que está en contra de casi todo lo que ocurre en la política, que cree que la sociedad está cayendo por un precipicio porque nada es como antes, como cuando no había inmigrantes, las mujeres se quedaban en casa cuidando de los niños y los jóvenes no eran maleducados con sus mayores y no tomaban droga. Esa realidad tan idílica como ya inexistente se acomoda a la perfección con las teorías que no achacan el supuesto declive a cambios socioeconómicos inevitables, sino a las conspiraciones en las que están inmersas las "élites globalistas" –en las que no faltan judíos, qué casualidad–, las feministas, los ecologistas o todo partido que huela a izquierda. El resultado de ese complot suele ser trágico, como la idea de que los gobiernos fomentan la inmigración de negros para que haya menos blancos –es una de las ideas básicas del ultraderechista francés Éric Zemmour–, o ese mismo concepto del "gran apagón", que sería producto de las políticas ecologistas al servicio de esa gran mentira que es el cambio climático y que acabaría con la civilización tal y como la conocemos. Esa es una de las razones por las que los votantes de Vox tenían mejor opinión de Díaz Ayuso que de su propia candidata, Rocío Monasterio, en las últimas elecciones. Ella les suministra la materia prima que les entusiasma y que confirma sus prejuicios. Para los demás, están un poco locos o son unos extremistas. Solo ella les comprende.
Así comenzaba esta semana un programa de entretenimiento: El Hormiguero de Antena3. "[url=https:// https//www.20minutos.es/noticia/4930485/0/pablo-motos-alerta-sobre-el-coronavirus-con-esta-ola-la-gente-esta-cayendo-como-ratas/?autoref=true]Con esta ola, la gente está cayendo como ratas[/url]", dijo su presentador ante 2.413.000 espectadores. Todos conocemos casos cercanos, sí, la variante ómicron del Covid19 parece ser mucho más contagiosa y llega tras casi dos años de pandemia cuando muchos creyeron -sin base- que esto se había acabado. Pablo Motos señaló a Pedro Sánchez y animó a que cada uno se proteja con un genérico: "no esperéis que nos salven ellos". Precisemos. Si están cayendo muchos "como ratas" es en la distorsión de la realidad. Nunca debió nadie dejar de protegerse contra el coronavirus, ni contra los bulos, ni contra las informaciones parciales, ni contra el miedo. Toda circunstancia adversa ha de afrontarse con medida y racionalidad. Los datos son preocupantes. En el Reino Unido los contagios han registrado un aumento del 60,8% en una sola semana. Y a ese ritmo va en otros países. En España también se ha disparado la incidencia. Y la variante ómicron ya se detecta en el 47% de muestras analizadas hasta el día 12. La semana anterior era en el 3,4%. Y sin duda hay positivos no contabilizados en las colas ante los Centros de Salud. La OMS llama a cancelar las celebraciones de Navidad. Las medidas encuentran resistencia en una ciudadanía cansada y sobre todo entre los más irresponsables e insolidarios. Pero de cualquier modo, apenas hace 10 días la promoción de las compras, los tumultos para satisfacerlas, era una constante. Una auténtica presión. Desde el principio el Covid19 desenmascaró las carencias del sistema, todas. La permanente lucha ha sido y es entre la bolsa y la vida. La economía y la salud, decían. Los científicos aseguran y demuestran que los no vacunados propician las mutaciones del virus. Pero el capitalismo reinante no quiere afrontarlo. Lo explicaba a la perfección aquí Olga Rodríguez hace unas semanas: "[url=https:// https//www.eldiario.es/opinion/zona-critica/caracter-suicida-capitalismo_129_8559393.htm][/url]Que la falta de vacunas en países en vías de desarrollo abriría vías a nuevas variantes de la COVID era una crónica anunciada ante la que no se tomaron medidas suficientes para evitarla". Y añadía: "Si hay que elegir entre la vida de seres humanos o la perpetuación del enriquecimiento de una élite, el modelo actual demuestra que opta por la segunda opción". Esta es la base, luego nos encontramos con los problemas añadidos. De ahí veníamos ya. Del desmantelamiento previo que el neoliberalismo feroz hizo de la sanidad pública desde aquel Consenso de Washington, más de 30 años atrás, que en España el PP en particular aplicó con precisión. La pandemia nos pilló sin medios. En nuestro país sin duda, sobre todo en algunas comunidades. Era la tormenta perfecta. Pero los medios de promoción del sistema distrajeron la atención sobre la raíz. A pesar de los síntomas, de las realidades, de unos profesionales exhaustos que han caído hasta en depresión y que vuelven a estar exprimidos porque -ni ante esta situación de emergencia de nuevo- se arbitran las medidas precisas.
Llegada la sexta ola, sale a la palestra Isabel Díaz Ayuso con la Comunidad de Madrid a su cargo como epicentro de los contagios en España y dice que "no está en condiciones de cambiar su estrategia sanitaria y económica". Que le viene mal tanta ola del virus. Y que ya ha hecho suficiente esfuerzo. Dos hospitales, dice. Uno, el inservible almacén Zendal en el que metió 150 millones de euros con los sobrecostes, y el de campaña que se montó transitoriamente en IFEMA como plató de promoción. El problema es de los casi 7 millones de ciudadanos residentes en Madrid. Porque en el balance real de Ayuso está haber priorizado el gasto en ladrillos a la salud, el récord de aumento de la mortalidad para Madrid o tener devastada la Atención Primaria al extremo de provocar la rebelión hasta del Colegio de Médicos, que no cesan de advertir cómo los centros de salud están al borde del colapso. De momento, las colas para hacerse un test o pedir la baja médica se alargan hasta la noche.
Este martes la situación se ha agravado. Los contagios se han desbocado en Madrid que ha comunicado 11.221 contagios, la cifra más alta registrada en toda la pandemia. Ayuso se ha dedicado a dar vueltas como una peonza cambiando varias veces las directrices. Incluso se ha animado a insultar a los profesionales de la sanidad diciendo: "En los centros de salud hay tensión, se cuelgan pancartas y no todos quieren trabajar y arrimar el hombro". Aún resuenan las risas de Ayuso y Pablo Motos en el mismo programa en el elogio de los bares y terrazas que la catapultó al triunfo electoral. Los hechos acarrean consecuencias y no se pueden aparcar según convenga. ¿Tiene todo esto alguna coherencia en el momento actual? El exministro García Margallo ya se ha apuntado a desviar la atención al repetir el bulo -falso como sabe- de a cargo de quién estaban los geriátricos donde murieron miles de ancianos. El periodista Manuel Rico recuerda la verdad todos los días, pero ni se inmutan. Conocer la realidad evita caer como ratas en las jaulas de la mentira. Y ahí tienen a Castilla y León. Pendientes de juicio por la trama eólica, el presidente Alfonso Fernández Mañueco, del PP, convoca elecciones anticipadas y cesa a todos los consejeros de Ciudadanos entre ellos a la de Sanidad en este momento crucial de pandemia. La versión de ABC es que se trata, como siempre, de "cercar a Sánchez". Para eso, dice, llaman a las urnas. Inés Arrimadas ni se enteró de lo que le cocían. Le había dado garantías Mañueco de que no iba a suceder tal cosa. Y así ella pudo dedicarse con toda comodidad a despotricar contra la inmersión lingüista en Catalunya y contra el Gobierno de España, cargando sus palabras de separatismos, rendiciones y demás lenguaje deliberadamente bélico, en estos días críticos. Los rastreadores no dan abasto: "Cada día nos quedan 12.000 contactos estrechos por llamar", dice una profesional en Catalunya. Quejas por la saturación de la sanidad en Andalucía también, y otras comunidades. El sistema depauperado no da de sí, porque no quieren reforzarlo. Pedro Sánchez convoca para este miércoles una Conferencia de Presidentes autonómicos. Durante más de un año seguí para mi libro La Bolsa o la Vida los avatares de este país a diario. El Gobierno padeció una sesiones para establecer y prolongar cada vez el estado de alarma con interlocutores que parecían de otro planeta. Lo que se oyeron Pedro Sánchez o Pablo Iglesias para sacar adelante la votación nos estremeció de asco a millones de personas. Mentaron hasta ETA y Paracuellos. El PP acusó a Sánchez de haber establecido "una dictadura constitucional" –tras avalar la que sí se estaba produciendo en Hungría-. Ayuso ya reinaba como oposición a Sánchez, con su venta de las terrazas, que fue su despegue desde valoraciones mínimas. Y el Tribunal Constitucional caducado –el renovado es peor si cabe- remató declarando inconstitucional el estado de alarma. No conozco ningún otro país en el que haya sucedido. A partir de ese momento Sánchez delegó en las Comunidades y así estamos. Dicen desde el gobierno que la situación no está tan mal como hace un año y descartan medidas drásticas. Catalunya retoma restricciones duras contra el Covid -porque se puede hacer-, y pide que lo pongan en práctica en toda España, pero el resto de las comunidades aún las descarta. Ayuso, para Madrid, desde luego. Dentro de los cambios operados en sus notas, declaraciones y protocolos de este martes récord absoluto de contagios en Madrid, parece que no es partidaria de que se cancelen cenas de Navidad, en contra del criterio de la OMS, ni del teletrabajo, opta por cuarentenas restringidas y salvo que se tenga más de 38º de fiebre prefiere que cada cual se busque la vida antes de ir al hospital. No hará PCR al que se haya auto testado de antígenos por su cuenta y haya dado positivo, por ejemplo. La ciencia y la salud de los ciudadanos no parecen nunca su prioridad. Y menos ahora que "no está en condiciones de cambiar la estrategia sanitaria y económica". Lo peor es que, colapsada de nuevo por el Covid, se ha resentido la atención cotidiana de las enfermedades. Hasta la citas para Atención Primaria se demoran, ni cogen el teléfono aseguran muchos ciudadanos. Los excesos de mortalidad también son por esa causa; no hay tiempo para cuidar de las dolencias crónicas o de las que van surgiendo. A estas alturas del progreso estas limitaciones sobre asuntos vitales para que algunos se lucren es incomprensible. Y ése es el fondo. ¿Hemos caído como ratas en el delirio? Este año será mayor la apelación a la salud ante la suerte escurridiza de la lotería, aunque seguramente sin dar los pasos exigibles para garantizarla. Una ratonera se llena de miedo. En otras, apuestan por la negación porque ya están cansados de pandemia y creen –suponen- que no se infectarán. Se apoyan, además, en argumentos como el "unos dicen, otros dicen", para elegir lo que más les gusta. El camino sería que todos los países tuvieran acceso a las vacunas -liberando patentes si es preciso-, seguir investigando, y de momento tomar precauciones. Indispensable la de buscar la verdad, acceder a informaciones más completas y matizadas, operar con la razón, con prudencia y sin miedo, y descartar a todos los embaucadores que lastran demostradamente nuestra vida.