Habitualmente los afectados no saben salir de la crisis en la que se hallan por que no tienen ni idea de cómo han llegado a ella. Y ahí está el quid del asunto: la prevención es el mejor remedio.
No pretendo poner aquí un listado exhaustivo de consejos, pero sí daré algunas pistas al lector masculino para que no cometa errores que pueden llegar a ser fatales.
1º. - No vierta opiniones sobre sus amigas. Y si son favorables, menos. Ejemplo:
Desde que se puso tetas, tu amiga me parece mucho más simpática.
Un modo claro para cagarla sin motivo. Repita conmigo: jamás me he fijado en el físico de ninguna de sus amigas.
Son majas y punto.
2º. - El pragmatismo y el mundo de los regalos están reñidos.
Iba a comprarte otra cosa, pero es que esta aspiradora estaba de oferta.
Por Dios ¿Ha conseguido a su señora a cambio de un rebaño de cabras? ¿No? Pues ha de saber entonces que es probable que a ella no le guste sentirse parte del mobiliario y aspire a despertar en usted algo parecido, que se yo, a lo que usted siente tras un gol de su equipo en Champions.
No puede ser, ya lo sé, pero al menos disimule. Interprete si es necesario.
3º. - Sus cosas son suyas. Las nuestras, también son suyas.
¿Sabías que tus toallitas desmaquillantes son cojonudas para limpiarse el culo?
Mal. Respete su espacio. No toque sus cosas. Por supuesto, no se ponga su lencería.
Usted quiere la tele de plasma y la última consola. Ella quiere los armarios y otra alacena en el baño. Quid pro quo. No entre en esa batalla: ganarla es perder la guerra. No interesa.
4º. - Por último una regla general: no le suelte lo primero que se le venga a la cabeza.
Qué hambre me ha entrado, cariño, ¿eres tú la que huele a chicharrones?
Se trata de medir un poco sus palabras, escuchar las suyas y actuar en consecuencia. Sentido común y mano izquierda, sabiendo que la sinceridad está sobrevalorada.
Y recuerde que en las discusiones de pareja a veces hay que elegir entre follar y tener razón.
Pregúntese qué es lo que prefiere.