Nieves Gómez se enteró hace dos años de que su exmarido, un
maltratador convicto, había iniciado un proceso judicial para
desahuciarla de la vivienda en la que vive con sus dos hijos pequeños,
en el número 43 de la madrileña calle doctor Vallejo Nágera. Por aquel
entonces,
Aingeru tenía cuatro años y
Yanire siete; su madre no les contó lo que sucedía, pero a la princesa
Letizia sí. “Me encontré con ella en el comedor social al que tengo que ir todos los días.
La princesa estaba de visita y la encargada del comedor nos preguntó si alguien quería hablar con ella.
Yo di un paso al frente y dije que sí, que tenía algo que contarle.
Ella me atendió amablemente, escuchó mi caso por encima y me dio una
tarjeta con su teléfono y su correo para que se lo explicase mejor por
escrito”, explica Gómez.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Ayer
por la mañana, tan solo 48 horas antes de la fecha prevista para el
desahucio, su abogado recibió, perplejo, la contestación de la Casa Real
(fechada a 15 de febrero): “Le comunico que, siguiendo instrucciones de
su Alteza Real la Princesa de Asturias,
hemos dado traslado de su carta al Ministerio de Justicia, para su estudio y decisión que proceda”. La escueta misiva remata con un saludo afectuoso y trasmitiendo “los mejores deseos para el futuro”.
La
carta de la Casa Real ha esperanzado a Nieves, pues entiende que “quien
mejor puede evitar que mis niños se queden en la calle son ellos”. Sin
embargo, se mantiene cauta y recelosa:
“Si te soy sincera, me parece
un lavado de cara. Tengo más confianza en la Plataforma de Afectados por
la Hipoteca (PAH) y en la Asamblea del 15-M del barrio de
Arganzuela que en cualquier otra cosa”, sentencia. Las muestras de
solidaridad en el barrio no han parado de sucederse. Ayer mismo, un
abogado que la está ayudando desinteresadamente con su caso, la acompañó
a los juzgados para presentar una batería de recursos con la intención
de poder aplazar el desahucio por motivos humanitarios.
Una venganza de su exmarido, un maltratador convicto A
medida que se agota el tiempo y se acerca la fecha en la que se
pretende echar de casa a Nieves y sus hijos, ésta reconoce que la
situación la desborda. Siempre creyó en la Justicia, en los derechos
humanos y en la protección de las instituciones públicas, pero todos
ellos son mitos que se han derrumbado para ella.
“Quiero creer en la Justicia y en el derecho a una vivienda digna para mis niños, pero desde Protección al Menor no hacen nada,
las instituciones públicas no me ofrecen ninguna salida y la asistente
social me dice que no cumplo con el perfil para ingresar en una casa de
acogida”, lamenta con más indignación que resignación.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver este vínculo] Nieves
Gómez no entiende que la eche de su casa una persona que “no se
interesa ni por felicitar a sus hijos el día de su cumpleaños ni de si
pueden comer todos los días”. Para esta víctima de la violencia machista
se trata de una venganza de su exmarido: “Cuando nos separamos hace
cuatro años no quiso echar a sus hijos a la calle,
fue una reacción que tuvo hace dos años cuando lo denuncié por malos tratos, ya que siguió pegándome e incumpliendo las órdenes de alejamiento del juez”.
Lo
que la indigna ante la injustica social que está sufriendo es que “la
casa es de los padres de mi exmarido, pero los ha convencido para que
nos echen, encima es gente que, además de la casa en la que viven,
tienen otras dos viviendas más en propiedad.
No puedo entender cómo
se puede echar a alguien a la calle con sus dos hijos para que se la
queden ellos que tienen de sobra donde vivir”. Además, según añade
Nieves, sus únicos ingresos mensuales se reducen a 137 euros porque el
padre de sus hijos no le pasa la pensión. Las leyes no son iguales para
todos, protesta, “mientras dejan a dos niños en la calle, permiten que
un maltratador no cumpla con sus obligaciones legales”. El viernes, a
las 13:00 horas, en el número 43 de la calle doctor Vallejo Nágera
“Nieves se queda”, según rezan los carteles que la asamblea del 15-M en
Arganzuela ha pegado por el barrio.