Ayer por la tarde un amigo se empeñó en que fuéramos a ver una charla que daba un tal Josep Pàmies sobre medicina natural. Le dije desde el principio que yo no creo en esas cosas y que seguro que nos querían vender basura conspiranoica, pero no tenía ningún plan mejor así que me apunté.
Llegamos un poco tarde, y cuando entramos había un señor entrado en años con unas cuantas macetas a su lado y diapositivas de fotos de plantas detrás. Me dispuse a escuchar con "mente abierta" lo que este señor venía a predicar ante más de un centenar de personas, y esas fueron algunas de sus enseñanzas:
- Que cualquier tipo de cáncer se puede curar con la ingesta de Kalanchoe, incluso se conocen muchos casos de curación en fase terminal y sin combinación con ninguna otra terapia de verdad.
- Que los cólicos en los riñones se disuelven automáticamente después de tomar, durante nueve días, infusiones de
Lepidium Latifolium y el dolor se pasa rápidamente el primer día; los urólogos recetan medicamentos porque si no las farmacéuticas no ganan dinero.
- La mayoría de las sustancias naturales prohibidas por la OMS por su supuesta toxicidad son en realidad muy buenas medicinas, pero que al ser gratuitas arruinarían a las farmacéuticas si se supiera.
- Que los locos son personas conectadas otro plano más elevado.
- Que hay cosas que no entendemos porque nos han enseñado que dos y dos son cuatro, pero un amigo suyo que es físico cuántico se pasó tres horas para demostrarles que 1+1+1+1... es infinito, y por tanto [sic] dos y dos no son cuatro.
- Que el agua de mar es el mejor suero que existe, mil veces mejor que el de las farmacias y los hospitales, y que es tan bueno que podríamos sustituir la sangre por agua de mar y seguiríamos viviendo perfectamente.
- Que hay una planta que cura la hipertensión por encima de lo normal y también la "hipertensión por debajo".
Después llegó el turno de preguntas y cuando un chico contó que le salían sarpullidos o algo así en los codos para preguntar qué remedio le ofrecía, Josep Pàmies le dijo que era porque a lo mejor bebía demasiado y le dañaba el hígado, que se estuviera un tiempo sin beber. Cuando el chico volvió a preguntar si no podía tomarse alguna hierba o frotarse con hojas o extracto de alguna de aquellas plantas el señor Pàmies dijo que lo que mejor le podría ir era la propia orina. Ante el murmullo del público aclaró: "Yo tengo la tranquilidad de saber que si algún día me ocurriera algo siempre puedo beberme mi orina y seguro que irá bien, porque contiene una concentración de sales que van bien para todo".
Un par de horas después de haber llegado nosotros terminó el acto, todo el mundo aplaudió y se fue a la cola para poder comprar el libro que contenía toda aquella sabiduría concentrada. ¿Por 15 euritos vale la pena, no?