De alguna manera, los humanos sentimos que los seres que amamos es una extensión de nosotros mismos, por eso queremos protegerlos, evitar que sufran, que se equivoquen y, por supuesto, que nos abandonen. Parejas, hijos, familia, en prácticamente todas nuestras relaciones significativas aplica este deseo de control justificado por el “amor
Los animales no son la excepción. Al verlos como una extensión de nosotros mismos los humanizamos al punto de vestirlos, peinarlos, adornarlos e incluso tatuarlos.
La práctica de tatuar a los animales de compañía ha generado polémica desde hace algún tiempo. De hecho, la foto inicial de esta historia abrió un gran debate en 2014 en Nueva York. Fue publicada por el artista del tatuaje Mistah Metro en su Instagram.
[Tienes que estar registrado y conectado para ver esa imagen] Tatuaje en la oreja de un perro.
De acuerdo con el Daily News de Nueva York, Metro escribió en Instagram: “¡Una de las muchas razones por las que mi perra es más cool que la tuya! Le removieron el bazo y el veterinario me dejó tatuarla mientras dormía”, y minutos después quitó la foto. La imagen sirvió para apoyar la ley de Nueva York que prohíbe tatuar y hacer piercing a los animales en ese estado.
Sin embargo, es una práctica que se realiza en diferentes partes del mundo.
Para las personas que amamos y respetamos a los animales nos parece una práctica de abuso, porque no es suficiente querer que nuestros animales se parezcan a nosotros o estén a la moda. El dolor causado por la quemadura provocada por el tatuaje es algo que el animal no necesita experimentar, pero no tiene elección, a diferencia de las personas que deciden realizarse uno.