¿Todo se termina con la muerte? ¿Existe un espíritu inmortal que abandona nuestro cuerpo al dejar esta vida? Estos interrogantes han inquietado a la humanidad desde que el hombre tiene uso de razón. Con el nacimiento de las religiones, la espiritualidad se asoció a diferentes dogmas, creando una profunda disociación con la ciencia.
En las últimas décadas la ciencia ha abierto una puerta de entendimiento hacia las desconocidas fronteras del quantum. Una puerta de reconciliación con una realidad intangible e inmaterial que sería el hogar mismo del espíritu. La física cuántica ha logrado “cientificar” la espiritualidad para otorgarle un sentido racional y, fundamentalmente, explicable. El otro gran logro de esta ciencia fue poder lograr una visión espiritualizadora de lo científico. Desacartonó la rigidez de la ciencia para elevar los límites del conocimiento hacia los planos de lo sutil y lo etéreo, tendiendo un puente de unión entre lo místico y lo filosófico con todo aquello que siempre fue considerado ajeno a lo espiritual: la física mecanicista y materialista.
El Sentido de la Existencia ¿Qué sentido tendría la existencia si toda la experiencia que acumulamos durante la vida se perdiera con la muerte? La física cuántica teoriza que la vida no cesa con la muerte, sino que sería un paso de trascendencia desde un estado material transitorio a otro de pura energía y conciencia, de naturaleza inmortal y omnipresente. Según las creencias surgidas del conocimiento sobre las dinámicas que reinan en el plano cuántico, con la muerte el verdadero ser espiritual se desapega de la experiencia del ego y de la identificación del Yo tridimensional para retornar a la fuente omnipresente de la conciencia universal. Sería una realidad que subyace lo material, definida por el físico inglés David Bohm como “el orden implicado”, una matriz de pura conciencia y energía de la cual se desprendería nuestra experiencia física.
La Unidad Esencial La unidad esencial entre las cosas, denominada “entrelazamiento cuántico”, parecería ser el internet cósmico, una señal comunicante entre la realidad espiritual y el mundo físico. La conciencia de la unidad divina se perdería, entonces, durante la experiencia humana de la multiplicidad y el separatismo material, la cual está regida por leyes de polaridad y representa una caída del paraíso. A pesar de ello, gracias al entrelazamiento cuántico, el espíritu seguiría irradiando, comunicándose a sí mismo durante su propia amnesia, para ayudar a conectarse nuevamente desde la densidad de la materia con los planos más elevados de la existencia. En esta reconexión radicaría la llave de la verdadera espiritualidad.
Somos Seres Espirituales Somos espíritus viviendo experiencias humanas y, por ende, sería nuestro Yo superior el que actuaría como planificador del proceso evolutivo de la experiencia material.Al desconocer esto, muchas personas creen que la conciencia finaliza con la muerte. De esta forma, las nuevas corrientes de la filosofía existencial establecen que el espíritu, como una entidad consciente de pura energía proveniente directamente de la Fuente, o matriz divina, se acopla y anima a un cuerpo físico para experimentarse a sí mismo como ser humano en la tercera densidad de la realidad. El espíritu ha existido desde siempre, pero aparece y encarna temporalmente como hombre para vivenciar las densidades materiales de lo tangible. Cuando inicia su camino en el nivel evolutivo en el que estamos ahora crea la experiencia, eligiendo, antes de nacer, un programa de vida, que sería funcional a su propio aprendizaje y evolución.
El Miedo a la Muerte Como estamos apegados al cuerpo físico y a la experiencia material, al saber que los cuerpos mueren, tememos a la muerte. ¿Pero qué es la muerte si no un cambio de estado existencial? La muerte no es otra cosa que un proceso de transformación y el paso de un estado de realidad a otro. En Oriente, la creencia en la reencarnación permitió por miles de años explicar cómo la esencia individual de las personas adopta una identidad, una y otra vez, en el transcurso de sucesivas vidas, con el fin de aprender bajo las condiciones de diversas experiencias las lecciones evolutivas que proporciona la existencia terrena, permitiendo con ello alcanzar un estado de conciencia más elevado. Si esta creencia es correcta, nada de lo que hayamos pensado o vivido se perdería con la muerte.
Algo es seguro, cuando morimos, llevamos con nosotros el nivel de conciencia alcanzada, y cuanto más coherente, evolucionada y ordenada esté la información almacenada como experiencia adquirida, más memoria evolutiva tendremos en el siguiente ciclo de vida. Las lecciones no aprendidas representarían información no asimilada, por lo que la experiencia que conduce a tal o cual aprendizaje, de una forma u otra, volvería a repetirse hasta que el aprendizaje se complete. Sería la causa que explicaría por qué determinadas personas están sujetas a repetir experiencias (victimizándose o esclavizándose), sin comprender que lo hacen por causa de aprendizajes no asimilados.
Somos el Universo Un científico y filósofo de la ciencia cuántica afirma que cada uno de nosotros somos el Universo personificándose a sí mismo, aprendiendo y perfeccionándose mediante la propia experiencia de cada una de sus partes y que, en el aprendizaje de la parte, se encuentra el inicio del aprendizaje recíproco del conjunto. La memoria es inherente a la naturaleza. La mayoría de las llamadas leyes de la naturaleza se pueden entender como los hábitos adquiridos a partir de la experiencia y el aprendizaje de la mente universal aplicada como programa de vida en toda la existencia.
Las Limitaciones Humanas Muchos seres humanos no se reconocen a sí mismos como seres espirituales en evolución, por lo que se limitan a su existencia física, respondiendo a los estímulos sensoriales y los mandatos paradigmáticos que impone la sociedad. Es por ello que la vida de un gran número de personas queda atrapada en los límites de la materia. Muchas personas viven sus vidas creando realidades con base en información incompleta, incoherente, arbitraria, condicionada, fragmentada, sin un sentido verdadero a su requerimiento real de evolución. Vinimos a aprender.
El proceso encarnatorio puede ser considerado la continuidad de experiencias adquiridas en vidas pasadas y tendiente a la superación y aprendizaje en la vida presente y las próximas. Hablando de la temporalidad del espíritu en la biología del cuerpo físico un filósofo dijo: “El proceso de evolución nos lleva al envejecimiento y la muerte. El aceleramiento molecular es el resultado de la necesidad del espíritu para desprenderse del cuerpo una vez culminados los objetivos de evolución prefijados por el mismo”. Según la física cuántica, ahora mismo existe un espíritu involucrado en tu propia experiencia.
Debido a que la energía que sos en esta realidad tiene una frecuencia inferior a la de tu realidad espiritual, vivís desdoblado. Pero lo podés cambiar. A medida que elevás la frecuencia más baja de tu cuerpo físico, este se vuelve menos denso e incorpora gradualmente energía de frecuencias más elevadas. A medida que lo hace, las frecuencias del miedo y de la limitación se derrumbarán y vivirás en estado de unicidad con tu espíritu y con el espíritu de todos los demás. Cuando logres la reconexión, dejarás de temerle a la muerte porque te sabrás inmortal.
Brad Hunter-Revista El Planeta Urbano