.
La Navidad en mi casa siempre se ha celebrado, pero nunca como una fiesta religiosa, por muchas circunstancias de este orden que la rodeen, ni tampoco como una fiesta para el consumo, sino que desde niño la he visto como una fiesta de la amistad y la familia, de una buena mesa y mucha gente querida a su alrededor.
Como gente sencilla que somos, y muy apegada a la tierra, al venir mayormente de gente campesina, siempre ha estado rodeada, y lo sigue estando pese a la época, de dulces caseros que la mujeres días antes se afanaban a cocinar. Como digo aún lo hacemos en casa: almendrados, mantecadas, pasteles rellenos de cabello de ángel, polvorones, mazapanes… Para el 18 del mes de diciembre en adelante, el horno desprenderá los aromas de estos dulces, e impregnarán toda la casa. Será el aldabonazo de que la Navidad está cercana.
No somos dados, como digo, a celebrar festividad religiosa alguna, sin embargo nunca falta en un rincón un nacimiento. Poseemos, muy antiguas, una bellísimas imágenes, que más por su belleza artística que por su significado, soy el encargado, muy gustoso, de situar. Son de una altura como de treinta centímetros, y el conjunto lo forman la llamada sagrada familia, los tres magos de Oriente, y cinco figuras más representado a unos pastores. Lo que no colocamos nunca es un árbol, y menos con adornos formando nieve ya que por esta tierra no la conocemos casi.
La cena de Nochebuena que es donde más nos congregamos, siempre comienza por un riquísimo panaché de las mejores verduras que da la tierra, para continuar con lubina a la sal y un surtido de mariscos frescos de Santa Pola. Los ibéricos, quesos y patés también están presentes, y mis almendras tostadas, a las que siempre me dicen les doy un toque muy especial. No somos de cervezas, sino de vinos, con preferencia los de Alacant, bien tintos o blancos. Por supuesto no faltan los turrones, los almendrados ya dichos, las mantecadas o los polvorones, y ellos regados con una copa de Fondillón y un cava catalán para seguir en la sobremesa que se prolonga, más o menos, hasta las dos de la madrugada.
No somos de villancicos, ni de discurso-felicitación real. Sabemos cenar sin televisión pues nos gusta mucho la conversación. Este año, que celebramos algo muy especial, seremos unos dieciséis. Será una buena Noche Buena.
¿Cómo es la de ustedes?
El P©stiguet