Yo padecí dos fobias.
Una a los suelos inestables. Para que se me entienda: A barcas o barcos, ascensores, pasarelas que vibran, etc.
Otra, que afectó seriamente a mi calidad de vida, a la suciedad, especialmente si era húmeda. Sin darme apenas cuenta, llegué a lavarme yo misma con guantes, a cocinar con guantes, comer con guantes, y a negarme a tener relaciones íntimas, pues la idea de sudar yo, de derramar sustancias, o de tocar la humedad ajena me causaba terror.
Me "descubrieron" en el hospital (Cruz Roja), cuando una herida quirúrgica se me abrió y comencé a sangrar. Mi terror no era la herida o el dolor en sí (no dolía nada), sino la venda y la sábana manchadas. Arrancándolas a tirones literalmente de mi persona, la enfermera que me atendió consideró que aquello tenía que valorarlo un psiquiatra.
Se ocuparon de que permaneciera limpia y seca hasta recibir el alta, y me derivaron a psiquiatría en consulta preferente.
Después de unas cuantas charlas donde no consiguió el especialista saber el origen de las fobias, me ofreció la hipnosis como herramienta de ayuda, y acepté. Me citó para otro día y con un compañero que dominaba estas técnicas, aunque él estuvo también presente.
Nada que ver con las "hipnosis" televisivas donde uno cae fulminado e inconsciente, y de repente se cree una gallina.
Yo no perdí la consciencia en ningún momento, y me enteré de todo.
Bajaron la luz, el psiquiatra titular se sentó en una parte más sombría, y el terapeuta me indicó que iba a inducirme a un estado de relajación que le permitiera "acceder" a mi inconsciente, para poder preguntarme. Yo, la verdad, no distinguí si estaba en la parte consciente o la otra. Sólo sé que me pedía que cerrara los ojos y le citara cosas que me gustaban, para ir después citando qué cosas "ni me gustaban, ni me dejaban de gustar", y finalmente las que no me gustaran, para indagar sobre ellas. Me preguntaba, por ejemplo, por qué tenía miedo de lavarme sin guantes, o cuándo decidí ponérmelos, y qué me pasó por la cabeza para tomar entonces esa decisión. Me hacía también otras preguntas que sólo podía contestar con SÍ o NO. Sí me pareció entonces curioso que iba contestando "sin darme cuenta", es decir, de una manera automática, y que en otras ocasiones no habría dicho esas respuestas. Pero en ningún momento perdí el control sobre mi persona. Es más. Me levanté una vez al baño.
Fueron dos sesiones en dos días, y me llamaron más o menos a la semana, con el diagnóstico hecho.
Parece ser que ambas fobias se iniciaron a raíz de un estrés postraumático no liberado. Fui tratada en terapia y consulta (durante meses,y también con psicologo), y aunque ahora me queda algún pequeño residuo, las tengo prácticamente superadas.