La historia del regimiento británico “desaparecido” o “abducido” por naves extraterrestres en forma de nubes durante la batalla de los Dardanelos es mencionada por varios autores: Brad Steiger; Oscar Otto Binder; John A. Keel; Jacques Valle; Paul Hewit, etcétera.
Keel dice que: “El 4° (y no el 5°) Regimiento de Norfolk marchó hacia una peculiar nube color café posada sobre el terreno. La nube rosada por su parte superior, junto con un grupo de nubes similares ¡viajaba contra el viento! ¡El regimiento desapareció –800 hombres perdidos o raptados- de la faz de la Tierra!”.
En numerosas ocasiones a lo largo de la historia del hombre se han dado por ciertos algunos acontecimientos, hechos o situaciones que luego han sido demostrados como falsos. De esta forma pasan a formar parte de las “leyendas urbanas”, situaciones supuestamente reales, sucedidas a personas concretas y basadas en situaciones creíbles, incluso en algunas ocasiones con datos concretos y fechas que lo avalan.
En el aciago verano de 1915 Europa se suicidaba, envuelta en la guerra más espantosa y terrible que la historia había conocido, llamada la Primera pues fue el prologo de una Segunda aún más apocalíptica si poder hubiera. Millones de jóvenes morían en embarrados campos de batalla, en estúpidos e incompetentes ataques frontales de concentración contra las posiciones fortificadas por trincheras y casamatas, fáciles de defender gracias a una nueva arma para la que no estaban preparados los anticuados estados mayores, la ametralladora.
Tras esta guerra Europa dejaba paso en el dominio del mundo a una nueva nación. Estados Unidos veía nacer su Imperio de entre las cenizas y sangre.En agosto de 1915, el frente ruso se desmoronaba bajo la presión de los turcos, para librar al aliado ruso de esta presión, el alto estado mayor decide iniciar una operación en las playas de Galipolli.
El regimiento Norfolk tras desembarcar inició el avance hacia el interior del territorio turco, los regimientos avanzaban sin perder contacto visual. Los testigos del misterioso prodigio fueron los valerosos anzacs (Australiand and New Zeland Army Corps).
Estaba despejado y sin nubes, el 4º Batallón Norfolk se dirigía hacia la cota 60 del monte Sai Bari, los anzacs comenzaron a murmurar sorprendidos, siguiendo el mismo rumbo una nube de unos 200m con forma de huso llevaba la misma dirección que los soldados.
La nube finalmente los alcanzó, descendió sobre los hombres y literalmente se los trago, pues fue imposible ver lo que pasaba dentro de la nube. Transcurrido un cuarto de hora la nube comenzó a ascender suavemente y se reunión con unas nubes más pequeñas de forma esférica perfecta, desapareciendo el grupo de nubes hacia una dirección contraria al viento.Tras este extraño suceso presenciado por los anzacs no se encontró ni rastro del batallón Norfolk.
El misterio aumento al finalizar la guerra cuando los turcos aseguraban no saber el paradero de los hombres del batallón Norfolk. Finalmente se les dio, oficialmente, por desaparecidos o muertos en combate.
CONFESIONES
Veamos que es lo que hay de histórico en esta leyenda: todo surge a raíz de un articulo, firmado por excombatientes, en la revista Spaceview de un número de 1965, 50 años después!.
En ese artículo, F. Reichard(zapador), R. Newman(zapador) y J.L. Newman(soldado), pertenecientes a una sección neozelandesa que participó en Gallipolli, narraban lo que arriba hemos resumido, es decir la desaparición extraña y misteriosa de aquel grupo de hombres camino de la cota 60 de Sari Bari. Lo primero que llama la atención es la tardanza, nada menos que cincuenta años, en salir a la luz un suceso tan extraordinario.
Lo segundo es que el 4º batallón Norfolk nunca desapareció, tras Gallipolli fue destinado a Egipto, dato que pueden comprobar cualquiera si visitan el museo on-line del Regimiento de su Graciosa Majestad en cuestión. Pero si ocurrieron cosas extrañas en aquellos sangrientos y negros días.
Acontecimientos verdaderos que debieron vivir o por lo menos tener noticia estos excombatientes y que ya en la vejez debieron confundir y mezclar dando como resultado la leyenda del Batallón desaparecido. Uno de los sucesos más trágicos fue la aniquilación del Regimiento Rangers de Sherwood, desorientados al caer sobre ellos una espesa y repentina niebla se adentraron en territorio cubierto por la artillería pesada turca, fueron barridos por las explosiones, desaparecieron.
Aquello debió impactar mucho a los jóvenes anzacs y quedar gravado en sus mentes. Otro suceso realmente extraño que sucedió solo unos días después, fue la desaparición del 5º Batallón Norfolk ( no el 4º). Persiguiendo al enemigo y en mitad del fragor de la batalla, aquellos valerosos 250 hombres, se
adentraron en un bosque espeso… y desaparecieron sin dejar rastro. Oficialmente muertos en acción.
Melvin Harris, miembro de la Society for Psychical Research, autor de Strange to relate I y Strange to relate II e ingeniero de la Cadena Nacional de Radio BBC y el World Service, escribió lo siguiente:
“El 4° de Norfolk no era un regimiento, sino un batallóndel regimiento de Norfolk. No desapareció en Turquía, permaneció en combate hasta el final de la guerra. Es verdad que una sección del 5° Batallón de Norfolk se perdió durante la operación de desembarco en la Bahía de Suvla, pero esto nada tiene que ver con los platillos volantes ni con nubes misteriosas”.
El regimiento de Norfolk se formó en 1908, como un cuerpo voluntario del ejército. Lo integraban los trabajadores de la finca real de Sandringham. Por eso, el capataz Frank Beck, fue ordenado capitán de ese cuerpo militar. Los oficiales y mandos se distribuyeron entre los mayordomos y jardineros, mientras que la tropa se formó con los mozos y sirvientes. Al iniciar la guerra el regimiento fue reforzado con soldados y oficiales provenientes de la Commonwealth.
El 5° Batallón de Norfolk era parte de una brigada que trató de ocupar las cumbres de Kavak Tepe y Tekke Tepe, el 12 de agosto de 1915, había llegado a Suvla tan sólo dos días atrás. Al mando de este Batallón estaba el coronel Sir Horace Proctor Beauchamp, famoso por su exceso en fumar pipa.
A las 16:15 de aquel 12 de agosto Beauchamp pidió sonar los silbatos y ordenó una carga a través de la maleza con el fin de establecer una base en las citadas colinas. Sin embargo, al adentrarse en la maleza se perdió la formación y varios hombres perdieron contacto derivando hacia las líneas británicas. El coronel, junto con 16 oficiales y 250 hombres, no fueron vistos de nuevo.
Harris, que se ha especializado en desenmascarar mitos ufológicos y parapsicológicos, cita una carta de H. W. Nevison que dice:
“No podemos dudar que sus restos yacen en la maleza a los pies de la sombría y ominosa colina; la última esperanza de la bahía Suvla se marchitó con su trágica desaparición”.
Harris cree que algunos hombres del 5° Batallón fueron capturados por los turcos, pero esto era peor que si hubiesen muerto. Los historiadores militares Mayores D. H. Cole y E. C. Priestley probaron que cerca de 5,000 prisioneros tomados en Kut murieron bajo manos turcas debido a la “brutalidad de los turcos quienes trataban a sus propios soldados como a perros, y no tenían misericordia por los prisioneros enfermos y hambrientos”.
Se sabe que el 21 de agosto fue un día desastroso. Amaneció nublado.El campo de batalla estaba cubierto por una neblina perfectamente normal, aunque un poco fuera de estación. En el Final Report of the Dardanelles Comision, Sir Ian Hamilton apuntó:
“Por algún extraño capricho de la naturaleza la bahía Suvla y la planicie fueron cubiertas por una extraña neblina. Esto fue de muy mala suerte ya que no podíamos ver al enemigo. Además, al atardecer el Sol nos cegaba y difícilmente veíamos las líneas enemigas. Deseaba posponer el ataque pero por varias razones esto no fue posible”.
La brigada de la 29ª División se lanzó hacia la Colina 60 y la Colina Scimitar, pero los británicos fueron despedazados por el fuego cruzado del enemigo. La brigada 86 de la 29ª División fue aniquilada.
Harrison cree que los tres zapadores confundieron dos acciones bastante diferentes: la desaparición o captura del 5° Batallón, el 12 de agosto; y la aniquilación de la brigada 86, el 21 de agosto durante una neblina.
Dice Harrison: “No se les puede juzgar a estos viejos soldados debido a fallas en su memoria. Pero a los que no se les puede excusar es a los escritores que hicieron dinero con el cuento sin investigarlo”.
El primer libro en el que leí del asunto fue el de Keel. En 1971 escribí a las supuestas direcciones de los zapadores, en Nueva Zelanda, pero ya sea por mi pésimo inglés o por cualquier otra razón, mis cartas fueron regresadas por el correo indicándome que no existía tal dirección y eran necesarios más datos. También escribí al matrimonio Hinfelaar (Hank y Brenda), quienes editaron Spaceview hasta el número 64 (1972), ya que Victor Harris publicaría el último número, 65, en 1975. Ninguno de ellos se dignó contestar mis cartas pidiendo información de los zapadores. En primera instancia podría suponer que no existieron tales zapadores porque no los pude localizar por correo, pero, “la ausencia de evidencia no es evidencia de ausencia”. Siete años después escribí lo siguiente en otra revista ufológica: “Creo que Harrison es demasiado blando en sus juicios. La historia de Reichart está plagada de errores: las fechas son erróneas; confunde los batallones; la ubicación esta equivocada… Pienso que es probable que ni siquiera hayan existido esos tres zapadores y que todo fue una historia inventada para llenar las páginas del Spaceview”.
En 1992 se publicó la novela histórica de Nigel McCrery, quien posteriormente coproduciría la película para la televisión BBC2, basada en el libro sobre el caso. Una crítica magufa de este trabajo se puede encontrar aquí.
En el documental y en el libro se menciona el reporte del reverendo Charles Pierrepoint Edwards, quien había sido capellán de la brigada, y además, había estado comisionado por la propia Reina Alexandra para averiguar el paradero del 5° de Norfolk (recordemos que parte de sus miembros pertenecían a su finca de Sandringham). Edwards afirma que al término de la guerra, un soldado tropezó con una divisa enterrada en la arena de las que se empleaban en las gorras del regimiento. Escarbando un poco descubrió varios cadáveres. Edwards organizó las excavaciones y descubrió los restos de 180 hombres, entre los que se encontraban, por lo menos, 122 de los miembros de su batallón. El cuerpo de Beck se encontraría cuatro años después a menos de 200 metros del primer sitio.
El informe que redacto Edwards y que fue publicado hasta 1969, indicaba que los restos habían sido hallados a unos 800 metros tras las líneas turcas en las ruinas de una antigua granja. Todos los cuerpos presentaban un orificio en el cráneo: se les había dado el tiro de gracia. Es decir, los turcos los habían capturado, pero no los mantuvieron como prisioneros: los ejecutaron y los echaron en una fosa bajo la granja
COLOFON
Años después, en uno de los múltiples programas de Nino Canun, uno de los ufólogos esgrimió el caso como prueba de las abducciones. Yo me quede mirándolo y con compasión verdadera pensé: “pobre imbécil, ¿cómo estará la ufología mexicana, si sus expertos no leen las revistas ufológicas? Hacía ya diez años que se conocía la explicación al caso, y éste tipo todavía creía que era algo extraordinario. No hice ningún comentario.”
No valía la pena. En su lugar vinieron a mi mente las imágenes de la película Gallipoli, de una crudeza desgarradora. ¿Cuántos hombres perdieron la vida? Al imaginar lo que verdaderamente ocurrió en ese lugar comprendí que lo que decía el ufólogo tan sólo eran comentarios de muy mal gusto y lo mejor era olvidarlo.