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CARTA ABIERTA A PEDRO SÁNCHEZ Y A PABLO IGLESIAS.
Juan Manuel Jimenez Muñoz.
Médico y escritor malagueño.
Hoy, pocos minutos después de que el pueblo andaluz haya hablado, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, estupefactos, andan en Madrid mesándose los cabellos y preguntándose con horror qué demonios ha pasado en Andalucía para que el avance “fascista” haya sido tan rotundo.
Desde diciembre de 2018 ya eran “fascistas” mis paisanos andaluces. Pablo Iglesias –no lo olvidemos–, tras las elecciones autonómicas de entonces, se vio en la necesidad de convocar una “alerta antifascista”: no le cuadraban las urnas. Resultado: algaradas en las calles, centenares de contenedores ardiendo, el Parlamento Andaluz rodeado y varios periodistas heridos. Pero desde ahora mismo –19 de junio de 2022– los andaluces ya no somos sólo “fascistas”: somos “muy, muy, muy fascistas”.
¿No les asombra eso, señor Iglesias, señor Sánchez? ¿No les dice nada que un pueblo de rojos se haya convertido en facha de la noche a la mañana? ¿No les dice nada que Andalucía, el granero socialista y comunista, se abrace al Partido Popular y a VOX como si no hubiera un mañana? ¿Siguen pensando ustedes que hay que “salir a la calle” para combatir “el fascismo”? ¿No se dan cuenta, señores Iglesias y Sánchez, de que ese supuesto “fascismo”, en los últimos cinco años, ha nacido y ha engordado gracias las propias filas de Podemos y del Partido Sanchista, de sus propios errores, de sus propias mentiras, de su propia voluntad de suicidarse, de sus propias contradicciones, y de tanto tocar las narices al conjunto de la Nación? ¿Aún no se han dado cuenta?
El socialismo español –con toda la pena lo digo porque me considero socialdemócrata convencido–, en su doble versión sanchista y podemita, ha dejado de ser una esperanza para los españoles y se ha convertido en una marca desvertebradora, una marca perniciosa para la igualdad y la solidaridad entre las distintas provincias y autonomías que componen el país. Y de esa manera, el PSOE (Partido Sometido a la Obediencia de Esquerra) y Hundidas No Pudimos son ya un cadáver político. Sólo que aún no lo saben.
Miren ustedes, señores Iglesias y Sánchez:
Cuando te ocupan la vivienda y es imposible desalojar al ocupante, nace un fascista.
Cuando ustedes obligan a los niños a estudiar temarios tendenciosos, y además permiten que pasen de curso con suspensos, nace un fascista.
Cuando ustedes deciden gobernar con Bildu y nombran a Otegi “hombre de paz”, nace un fascista.
Cuando Sánchez gobierna con Iglesias rompiendo una solemne promesa electoral, nace un fascista.
Cuando se gestiona una pandemia tan desastrosamente como ustedes dos lo han hecho, nace un fascista.
Cuando el ministro comunista de Consumo habla pestes en el extranjero de nuestro turismo, de nuestros productos cárnicos y de nuestra ganadería, nace un fascista.
Cuando cualquier ciudadano mira su recibo de la luz o llena el depósito de su coche, nace un fascista.
Cuando ustedes ponen en la calle a presos etarras que aún no han cumplido sus condenas, ni han pedido perdón a sus víctimas, nace un fascista.
Cuando miles de asaltantes a la valla de Melilla arrojan heces y orina a nuestros policías de frontera, y ustedes no dicen nada, nace un fascista.
Cuando Echenique alienta en las redes sociales las algaradas anarquistas de Barcelona, nace un fascista.
Cuando Sánchez nos vende al rey de Marruecos y deja tirado al pueblo saharaui sin que sepamos por qué, nace un fascista.
Cuando en las aulas catalanas, con la complicidad de Podemos y del Partido Socialista, desobedecen repetidamente las sentencias de los Tribunales e impiden enseñar en castellano, nace un fascista.
Cuando el Gobierno indulta a los golpistas catalanes tras haber prometido en la campaña electoral que cumplirían íntegramente sus condenas, nace un fascista.
Cuando el Presidente del Gobierno llama "piolines" a los policías que, cumpliendo las órdenes del Gobierno, impidieron el Golpe de Estado en Cataluña, nace un fascista.
Cuando en Cataluña multan a los comerciantes que rotulan sus comercios en idioma castellano, nace un fascista.
Cuando ustedes pregonan el “hermana, yo sí te creo”, pero luego ignoran a la niña abusada sexualmente por el marido de su correligionaria Mónica Oltra, nace un fascista.
Cuando esa íntima amiga de ustedes, Mónica Oltra, ríe, canta, baila, y se nos mea en la cara tras haber sido imputada por la Justicia Española, nace un fascista.
Pues eso, señores Sánchez e Iglesias. Ya no les canso más.
Busquen ustedes a los generadores de fascistas en las sedes de Podemos y del PSOE; pues quien siembra vientos recoge tempestades, y todos los fascismos tienen, o han tenido, un motor desencadenante.
Los fascismos de Hitler y Mussolini nacieron de la depresión económica de los años treinta y por la humillación de Alemania tras la Primera Guerra Mundial. Y el fascismo de ahora, ése que tanto tememos, ése que vemos esparcirse como una mancha de aceite por Europa, hunde sus raíces en la falta de luces de la socialdemocracia europea, en la asunción o el blanqueo del discurso secesionista, en el uso de la confrontación entre sexos como arma electoral, y en trepas como ustedes dos, señores Sánchez e Iglesias, a quienes lo único que les ha interesado, para lo único que entraron en política, es para cargarse la Constitución de 1978, para resucitar el guerracivilismo, para blanquear a los malos y para ponernos a Hugo Chávez y a Nicolás Maduro como ejemplos a seguir.
Así que, por favor, ahórrennos ahora los llantos en las calles. Ahórrennos barricadas y carreras policiales. Ahórrenos rodear el Parlamento. Ahórrennos la vergüenza sufrida hace cuatro años con la “alerta antifascista” que montaron. La movilización ha de hacerse antes de ir a las urnas, no después, cuando no gusta el resultado. Eso, al menos, es lo que hacen y dicen los verdaderos demócratas.
Dejen tranquila a Andalucía por otros cuatro años, y veamos todos, en esta nueva legislatura andaluza, qué sabe hacer por esta maltratada tierra el partido más votado: el Partido Popular.
Y si dentro de cuatro años no nos gusta lo que hacen, o si montan en Andalucía un cortijo similar al que montó el PSOE, o si también se van de putas con nuestro dinero, o si la gente sigue esperando diez meses para una colonoscopia, haremos lo que corresponde: mandarlos a hacer puñetas.
Porque eso, precisamente, es lo que me encanta de la democracia: que nunca damos los votos. Tan sólo los prestamos.