Tema: Re: Y si gobernara la izquierda? Miér Jun 19, 2024 11:35 am
Por una izquierda mutante
Los liderazgos se construyen de dos maneras: o por el valor, o por la virtud. Uno puede ser un líder porque se pone delante del ejército y se lanza el primero a por el enemigo –como Braveheart– o porque es el mejor en su campo –como Napoleón, que nunca se puso delante de ningún ejército pero era reconocido como un gran general–. En política ocurre lo mismo. Hay liderazgos que reposan en las virtudes de una persona –como el de Manuela Carmena, que fundó su proyección pública en su trayectoria como jueza y abogada laboralista– y otros que se basan en el valor. Durante mucho tiempo, los líderes de la derecha fueron del tipo virtuoso. John McCain, el histórico lider republicano, construyó su personaje desde su paso por Vietnam, donde era piloto. Allí fue derribado, capturado, encarcelado y torturado durante años. Cuando se le ofreció ser liberado excepcionalmente, se negó a salir de allí hasta que salieran sus compañeros. Pero con la aparición de los populismos esto cambió. El primer activo de Donald Trump como candidato no es que sea una buena persona, ni un buen gestor, ni un héroe, ni alguien de confianza, sino que se presenta como el más valiente; el más efectivo en señalar y combatir “la ciénaga” demócrata. En alguna ocasión, incluso se mofó con sorna de la experiencia en la guerra de McCain, de quien dijo que no le gustaba porque “había sido capturado” y a él le gustaba la gente que no se dejaba capturar. Trump es en esto igual que Boris Johnson, igual que Georgia Meloni, igual que Javier Milei. Alvise, Abascal y Ayuso hacen lo mismo. Sus votantes saben muy bien que no son virtuosos, pero son valientes. Se “atreven” a “denunciar” o a “combatir” lo que ellos entienden que es el enemigo. Por eso da igual cuántas toneladas de corrupción le echen encima a uno de estos personajes. O que sus valores no estén alineados con los de sus votantes, como le ocurre a Trump con la iglesia evangélica. Lo único que les hace daño –como sabe muy bien Feijóo– es que les tachen de cobardes. Claro que no todos los líderazgos basados en el valor son así. De hecho, en la izquierda, donde era difícil que hubiera gente de esa que la sociedad consideraba “virtuosa” hasta hace poco, todos los líderes llegaban por haber sido valientes: en la guerra, en la mina o contra la dictadura. Pero cada vez más, en la izquierda, los liderazgos se construyen por la virtud. En las penúltimas autónomicas en la Comunidad de Madrid, Más Madrid usó el eslogan “Madre. Médica. Mónica” para subrayar que su candidata es una persona extraordinaria, que no solo es competente en política, sino que tiene una de las profesiones más exigentes al tiempo que cuida de sus hijos. Curiosamente, en el plano nacional los papeles están intercambiados. Feijóo es un lider virtuoso, de quien se alababa su trayectoria como gestor en Galicia, mientras Pedro Sánchez es un líder valiente, del que sabemos muy poco de su pasado o sus atributos personales, pero nos ha quedado clarísimo que se atreve con todo. Por esta razón, ambos candidatos tienen dificultades para encajar con su propio electorado. El problema de los liderazgos por la virtud es que son extraordinariamente frágiles. Cuando construyes la imagen de una persona en torno a la idea de que es perfecta, te queda un concepto tan prístino e inmaculado que parece una pompa de jabón. De pronto cualquier cosa –como irse de vacaciones pagando 800 euros por una casa o salir a cenar– es susceptible de pinchar la burbuja reputacional y hundirlos. Para muestra, un botón: a Yolanda Díaz, que con su tono pausado y su insistencia en recordarnos que ella hace buena política es la hipérbole del liderazgo por la virtud, le acaba de pasar factura decir “¡a la mierda!” en el Congreso. Sin embargo, la misma frase, hace 20 años, sumó muchos puntos a la imagen de hombre combativo que tenía Labordeta. El otro problema de los liderazgos virtuosos es que el perfeccionismo es el enemigo de la acción. No querer equivocarse, no querer ofender, quedarse en el marco de lo posible, es el antídoto perfecto para cualquier propuesta nueva. En ese intento de no pisar ningún callo, la izquierda está en un ejercicio de people-pleasing que, como ya nos ha explicado a todos nuestro terapeuta, es una catástrofe. Empeñada en no molestar ni a los caseros, ni a los inquilinos, ni a los profesores, ni a las familias, ni a los sindicatos, ni a las personas que ya no quieren que el trabajo sea el centro de la vida, se está desdibujando. Lo hemos vivido en los últimos años con la propuesta de la jornada laboral de cuatro días. Una idea que concita el máximo consenso entre los votantes de todos los partidos y que es capaz de inspirar el sueño de una sociedad radicalmente nueva, fue descafeinada y tamizada hasta convertirse en una reducción a 37,5 horas que no molesta, que no se equivoca, pero que tampoco emociona a nadie. Ese querer nadar y guardar la ropa, ese querer hacer tortilla sin romper los huevos, es lo que está dejando a algunas organizaciones en tierra de nadie, mucho más que ninguna crisis orgánica. Si la izquierda quisiera salir de este embrollo, debería atreverse a ser mutante. Pero no como en X-Men, sino como en Acción Mutante. Una izquierda fea, imperfecta, que se equivoque, que entre en tromba en los sitios y moleste. Que haga propuestas que parezcan locas, pero sean de sentido común –como la de la herencia universal o la semana de cuatro días–. Que tensione la relación entre las viejas generaciones y las nuevas. Que se atreva a abrir esos melones que están por todas partes, como el fin del trabajo en la era de la inteligencia artificial, la transformación de las familias en tiempos del poliamor o el acceso al futuro.
Porque lo que la gente –de todas las sensibilidades– está esperando es que llegue de algún lugar una propuesta nueva de futuro. Es sentirse recogidos, reconocidos e invitados a un proyecto común. Y a nadie le hace falta que ese proyecto sea perfecto, ni que tengamos todas las respuestas, pero sí que sea auténtico y verdadero. Y valiente.
Tema: Re: Y si gobernara la izquierda? Vie Sep 06, 2024 12:30 pm
¿Ondea ya la bandera roja en el Banco de España?
Leí toda la prensa y escuché las tertulias, para entender qué pasaba con el Banco de España, y esto fue lo que saqué: El gobierno asalta el Banco de España. El gobierno toma el control del Banco de España. Sanchez ocupa el Banco de España. El PSOE y sus socios colonizan otra institución del Estado. El Banco de España, al servicio del gobierno. Invasión del Banco de España. Otro nombramiento que socava los contrapesos del Estado de Derecho. Nueva muestra de las tentaciones autocráticas. Sánchez se carga la independencia del Banco y consolida su autocracia. Ya casi no quedan instituciones por colonizar. Sigue la vía de la izquierda radical iberoamericana. Escrivá, colocado en la institución con el único objetivo de convertirla en el Banco de Sánchez. El Banco de España será un ministerio más del gobierno. Sánchez usará a Escrivá como peón político. El okupa de Sánchez en el Banco de España. Escrivá, ministro por la mañana, gobernador por la tarde. Leí y escuché todo lo anterior, y me dije: ¡dale, Isaac, que llegó el gran día! Llamé a los camaradas, quedamos en vernos en Cibeles. Saqué del trastero la bandera roja, para hacerla ondear en todo lo alto del noble edificio. Otro camarada quedó en llevarse una caja de puros para hacernos la típica foto de revolucionario barbudo triunfante: sentado en el despacho del gobernador del Banco de España, las botas sobre la mesa, el fusil apoyado en la esquina, y fumándote un puro. De camino al banco iba yo canturreando viejas canciones de resistencia, incluida “Bella Ciao”, que también en La Casa de Papel asaltaban el Banco de España. Pero nada: llegamos y allí no había revolución ninguna. Los mismos guardias en la puerta, y la misma ortodoxia liberal en los despachos. Es que no escarmiento, siempre pico: cada vez que el gobierno toma una decisión, o simplemente hace un anuncio, que tenga que ver con el Constitucional, el Poder Judicial, la organización territorial, Cataluña, RTVE o la federación de petanca, la derecha política y mediática pone el grito en el cielo, con su exageración habitual: invasión, ocupación, intervención, colonización, toma de control, deriva latinoamericana, autocracia… Y claro, algunos ingenuos nos lo creemos, nos hacemos ilusiones, y luego resulta que no. La última, la del Banco de España. No sé si es ético o estético el nombramiento del ministro Escrivá como gobernador, pero no me parece que sea precisamente un rojo peligroso. Más bien un liberal de toda la vida, cuyo currículum y trayectoria desaconsejan tanto las hipérboles de la derecha como cualquier entusiasmo desde la izquierda. Pero es que además el Banco de España debe de ser como el tricornio de los extraterrestres en el viejo chiste: en cuanto uno cruza esa puerta, recorre esos pasillos y se sienta en ese sillón, se le pone cara de banquero y le entran unas ganas tremendas de hacer la política bancaria de toda la vida, y de emitir informes criticando cualquier medida social.
Aunque los bancos centrales ya pintan poco, sí estaría bien que se notase un poquito el cambio en la institución. Porque eso de que sea “independiente” y “no político” suele querer significar que es independiente de todos menos del poder financiero, y que no hace política salvo seguir la política del mercado. No digo que con el nuevo gobernador vaya a ondear la bandera roja, como esperan los del primer párrafo; pero sí que en la medida de sus competencias trabaje al servicio del país y de la gente. Empezando por su labor de supervisión del sistema financiero, que cuando se trata de conflictos entre bancos y usuarios, siempre parece que el gobernador es un fiel administrador de los intereses de la banca. Y ya está, guardo la bandera roja para mejor ocasión, a ver si la próxima es la buena.
A el.loco.lucas y a athenea les gusta esta publicaciòn
marapez V.I.P.
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Tema: Re: Y si gobernara la izquierda? Dom Nov 17, 2024 11:59 am
Sánchez impone al PSOE evitar el cálculo partidista en la crisis valenciana para legitimar la acción del Gobierno
Ni autocrítica ni empatía ni perdón. Carlos Mazón compareció en las Corts valencianas el viernes, cuando ya habían transcurrido 20 días de la tragedia provocada por la DANA en la que murieron más de 200 personas. Y lo hizo para descargar la culpa sobre “el sistema”. Sobre todo el sistema. Sin asumir la responsabilidad que le correspondía. Convirtió a la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) en chivo expiatorio con mentiras, inexactitudes y manipulaciones al acusar a la entidad de someter a la Generalitat a un apagón informativo “de dos horas y media” que nunca existió. Llámenlo bulo, mentira o desinformación porque la CHJ envió hasta 194 avisos relacionados con las riadas al Centro de Coordinación de Emergencias de la Comunitat Valenciana. Los correos, adelantados por este diario incluyen alertas sobre el aumento de las lluvias en Chiva, cabecera del barranco de El Poyo causante de buena parte de la catástrofe. Sesenta de esos mensajes fueron remitidos mientras Mazón comía y compartía sobremesa con una periodista en un restaurante para ofrecerle la dirección de la televisión autonómica. O eso ha dicho en la enésima versión sobre su desaparición durante las horas críticas. Ni la catástrofe era inevitable, como vino a sugerir Mazón, ni fallaron todos los protocolos, como demostraron la Universidad, varias empresas y algunos ayuntamientos, que sí hicieron caso de las alertas y evitaron así, con seguridad, que aumentase el número de muertos. El único que no estuvo en su sitio y que además desatendió las alertas fue el máximo responsable de la Generalitat. Quien más alto y más claro lo ha dicho estos días ha sido su antecesor al frente de la presidencia del Consell, el socialista Ximo Puig, para quien “los protocolos y el sistema no fallaron, falló la gestión”. Algo que de forma tajante no ha dicho aún el Gobierno de Sánchez, a pesar de que Mazón ha roto la estrategia con la que en los primeros días escenificó un ejercicio de buenrollismo con el Gobierno de España, que en ningún momento fue seguido ni por Feijóo ni por la dirección nacional del partido. A Génova -que desde el primer día ha dado por amortizado a Mazón- y al president de la Generalitat ya solo les une el empeño de endosar la culpa a Teresa Ribera y la ruptura de todos los códigos institucionales y morales, tal y como demostraron esta semana en Bruselas al embarrar la designación de la vicepresidenta como comisaria europea aun a riesgo de romper los consensos establecidos en el Euro parlamento para la configuración del nuevo colegio de comisarios. Hacía días que en las filas socialistas se escuchaban algunas voces que, aunque tibias, pedían mayor contundencia al Gobierno para defenderse de los ataques de la derecha, pero en La Moncloa no están por la labor de echar más lodo a la ciénaga en que el PP ha convertido esta crisis de barro y muerte. “Seguiremos con la contención de la crítica”, sentencia un ministro que cree que son los valencianos, y no el PSOE, los que parece que ya han sentenciado “que se acabó el tiempo de gracia de Mazón”. Eso no significa que el viernes, tras escuchar al presidente valenciano en las Corts, se marcase un punto de inflexión en la estrategia socialista con la que distinguirse del PP y también de Compromís. En palabras de otro ministro que forma parte del equipo que coordina la reconstrucción de las zonas afectadas, “ni la hiperventilación de los de Feijóo ayuda en esta crisis, en la que hay que echar el resto para que la gente recupere sus vidas cuanto antes, ni tampoco la dimisión del presidente del Consell que reclama Baldoví”. Una renuncia de Mazón no cambiaría nada porque, para los de Pedro Sánchez, el PP seguiría en manos de Vox y del negacionismo del cambio climático, por lo que el Consell sería lo mismo y ante una emergencia volvería a actuar igual. Tampoco considera oportuna el Gobierno una convocatoria electoral en medio de las labores de reconstrucción y de ahí que por boca de la secretaria general del PSPV y ministra de Ciencia, Diana Morant, los socialistas hayan apuntado como solución transitoria lo que llaman “una respuesta responsable, que responda a la emergencia climática y que no esté liderada por un presidente negligente e incompetente”. La solución pasa por que el PP destituya a Mazón y nombre a un presidente de transición, que contaría con el apoyo de los socialistas a cambio de tres condiciones: que fuera designado con carácter temporal y tenga un perfil técnico, que haga de la recuperación y reconstrucción una tarea colaborativa en la que participen todos los grupos parlamentarios de las Corts, excepto Vox, y que se convoquen elecciones en 2025. Si en algo coinciden el PP de Feijóo y el Gobierno es en que Mazón está “incapacitado” para seguir. La diferencia es que los socialistas lo verbalizan y los populares lo explicitan solo entre bambalinas y sin micrófonos. “Queremos soluciones de verdad y no cálculos políticos”, subrayan desde el gabinete del Presidente del Gobierno, quien ha dado instrucciones precisas para que los suyos se ocupen solamente de los trabajos de reconstrucción y “no pierdan un segundo en responder a las provocaciones de la derecha más que con datos y hechos como los que se difunden desde la cuenta de X @infoDanaGob, donde se cuelgan a diario las medidas adoptadas por el Gobierno de España, tanto en materia de infraestructuras como de las ayudas públicas y la forma de acceder a las mismas. La propuesta de los socialistas de ofrecer a Feijóo una salida para apartar a Mazón significa, según el equipo de Sánchez, estar “a la altura de las circunstancias”, pese al coste político que saben que tendría entre su electorado entregar al PP los votos a cambio de nada. Ni de sillones ni de contrapartidas. Sánchez ha impuesto en el PSOE evitar el cálculo partidista ante esta crisis para legitimar la acción del Gobierno y no desviarse ni un milímetro de las labores de reconstrucción, la atención a las víctimas y el goteo de información de servicio público. No todo el mundo entiende la consigna y tampoco el papel que el PSPV y su secretaria general, Diana Morant, han desempeñado en las dos últimas semanas. A la también ministra de Ciencia y Universidades se le reprocha que haya estado ausente de la respuesta política y también de la zona cero de la catástrofe. Todo lo contrario a lo que ha hecho la delegada del Gobierno en Valencia, Pilar Bernabé, a quien se ha podido ver a diario sobre el terreno y al lado de los alcaldes de los pueblos más afectados. En su descargo, quienes critican a Morant creen que la ministra, que debería no haberse movido de Valencia desde el día de la catástrofe, sigue la pauta que le ha escrito La Moncloa y que, para algunos valencianos, “no es del todo acertada”. Los dirigentes del PSPV son mucho más explícitos y contundentes contra Mazón de lo que marca el guion establecido desde Madrid. “En un indigente, un jeta que nunca se tomó en serio el cargo que ostenta” al que el viernes, “en lugar de entrar al trapo de sus mentiras y manipulaciones, no habría que haberle dejado salir del marco de una afirmación y una única pregunta: no avisaste a la población cuando correspondía y explica la verdad de dónde estabas”, sostiene indignado uno socialista valenciano.
Quien así habla coincide en el análisis con el ex presidente Puig, que en conversación con este diario, defiende que la falta de explicaciones y toda la comparecencia de Mazón en las Corts han sido de “una enorme falta de humanidad y coraje democrático” y que “ahora no puede pedir a los valencianos confianza ante la reconstrucción cuando carece por completo de autoridad moral para hablar con sindicatos, empresarios y sociedad civil y tejer el más mínimo consenso para la nueva etapa”. Quien, en palabras del ex presidente, “nunca se tomó en serio la emergencia, no puede además descargar las culpas sobre todos los demás y no asumir responsabilidad. No fue el Gobierno ni la UME, ni la AEMET, ni la CHJ, solo él no estaba donde debía estar”.
Una táctica... ...para algunos valencianos, “no es del todo acertada”.
Debería ser la acertada siempre, pero desgraciadamente en los tiempos que corren y tal y como enfangan desde el otro lado, hay serias dudas. Una lástima que sea así.
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