Teniendo en cuenta que esta letra debería dar vergüenza:
Letra de 'SloMo'
Let's go! Llego la mami La reina, la dura, una bugatti El mundo está loco con este party Si tengo un problema, no es monetary Yo vuelvo loquito a todos los daddies Yo siempre primera, nunca secondary Apenas hago doom, doom Con mi boom, boom Y le tengo dando zoom, zoom Por Miami Y no se confundan Señora y señore Yo siempre toy ready Pa romper cadera, romper corazones Solo existe una No hay imitaciones Y si aún no me crees, pues me toca mostrárselo
Manué V.I.P.
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Tema: Re: Carne Cruda Miér Feb 02, 2022 12:03 am
La necesaria reflexión del cantautor valenciano Pau Alabajos sobre lo que nadie está poniendo en el foco del Benidorm Fest
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Tema: Re: Carne Cruda Sáb Feb 05, 2022 9:08 pm
Salú y República.
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marapez V.I.P.
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Tema: Re: Carne Cruda Mar Feb 15, 2022 1:22 pm
La ultraderecha te quiere gobernar y Casado le sigue la corriente
Gana Vox, pierde Casado, éxito de la España Vaciada y fracaso de la izquierda. Las elecciones en Castilla y León son un nuevo peldaño que el PP le pone a Vox para que siga ascendiendo. La diferencia es que, esta vez, la ultraderecha flanqueará la puerta que le abren los populares hacia los despachos. Paso a paso, el fascismo se nos va metiendo dentro gracias a la derecha, sus medios y miles de votantes en los que sigue calando el bulo del socialcomunismo que rompe España. Castilla y León será la primera comunidad en la que un partido homófobo, xenófobo y machista entrará en un gobierno. La ultraderecha pasa a la acción de cara a las generales. Ya no quiere quedarse fuera. Prepara el camino para presentar a Abascal como el futuro (vice)presidente de España. Por lo pronto, el próximo vicepresidente castellano leonés será, con toda probabilidad, Juan García-Gallardo, candidato ultra que dice que hay que “heterosexualizar” el fútbol porque está lleno de “maricones”, que las uniones igualitarias no son “matrimonio” y que el feminismo es “una ridiculez, sobre todo si no eres mujer”. Es de los que tuitean con el puro en la boca y el anisete en la mano. Se nos está quedando un país precioso. Todo un éxito de la estrategia de Casado, que forzó la convocatoria electoral para gobernar en solitario y ha acabado cambiando a Ciudadanos, que estaba muerto, por Vox, que le está matando. Ha sustituido un partido de extremo centro por uno de extrema derecha. Los votantes que ha perdido Ciudadanos los ha ganado Vox, otra muestra de que no hay liberalismo en España. El PP ha ganado con 55.000 votos menos que en las anteriores elecciones, sus peores resultados en cinco décadas. Casado quería fortalecerse frente a Ayuso y Sánchez pero ha conseguido fortalecer la opción Ayuso-Abascal sin debilitar al presidente del Gobierno. Después de su festival del humor por granjas, muchos en su partido le ven como mejor candidato para el Club de la Comedia que para la presidencia. Fue a por lana y ha salido trasquilado. Llegará a las generales, pero no como lanzadera del PP sino como catapulta de Vox. La ultraderecha te quiere gobernar y él le sigue, le sigue la corriente. Es la única buena noticia para la izquierda en estas elecciones. Casado es un candidato débil que necesitará de Abascal, lo que debería movilizar al votante progresista de una vez por todas. Los resultados del domingo para los partidos de la coalición han sido malos. El PSOE que ganó los anteriores comicios ha perdido por la mínima pero se ha dejado casi cinco puntos. Unidas Podemos mantiene su escaso 5% de 2019 pero pierde uno de sus dos escaños. Pactar con nacionalistas y separatistas penaliza en el resto de territorios. La irrupción de los partidos de la España Vaciada, en especial Soria Ya! que ha arrasado en su provincia, también les han restado votos. El éxito de esta plataforma ciudadana que lleva décadas peleando es un toque de atención a los grandes partidos y una lección a aprender para quienes quieren parar a la ultraderecha. La izquierda tiene que ganar la calle y recuperar la ilusión. Unidas Podemos es una marca debilitada que va camino de convertirse en la nueva Izquierda Unida. Urge que la candidatura de Yolanda Díaz se materialice y reconecte con las preocupaciones ciudadanas. Urge encontrar un discurso que aúne la plurinacionalidad de la periferia con la España interior. Urge un proyecto de país amplio que convierta la pluralidad en unidad frente a la uniformidad. No es fácil pero se agotan las oportunidades para frenar un gobierno de la extrema derecha de la mano de la derecha extrema. El Gobierno ha aprobado medidas que mejoran la vida de la gente pero chocan con el muro mediático que está propiciando el auge de la ultraderecha. La única manera de hacerle frente en este combate desigual es huir de las guerras culturales estériles y luchar las batallas materiales. Vox ha pasado de irrisorio a decisorio, de estar fuera a estar dentro, aunque en realidad apenas ha subido respecto a las generales. La derecha política y mediática de este país quiere que gobiernen. Todos los demás tienen la obligación de evitarlo encontrando el consenso en el disenso. Se está haciendo cada vez más tarde.
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Tema: Re: Carne Cruda Jue Feb 17, 2022 9:32 am
El cordón democrático es la izquierda
No habrá cordón democrático contra la ultraderecha. No lo habrá porque Casado no está dispuesto a romper con Vox allí donde lo necesita para gobernar. No lo habrá porque la prensa de derechas babea con la posibilidad de un gobierno conjunto en Castilla y León que sea la antesala de Andalucía primero y después de La Moncloa. No lo habrá porque a la derecha española no le asquea lo más mínimo aliarse con la extrema derecha machista, racista y homófoba que propone en el Parlamento controles a la migración del Franquismo. No lo habrá porque PP y Vox son astillas del mismo palo, aunque a la derecha europea la alianza le escandalice. No lo habrá aunque Casado ahora diga misa porque, en realidad, comulgan en la misma iglesia. De Aznar a Ayuso pasando por la caverna, de la oligarquía a la judicatura reaccionaria, la derecha española trabaja incansable desde hace años para recuperar el poder, destruir a la izquierda contestataria, arrinconar a las nacionalidades periféricas y restaurar la España única, uniforme y unívoca de herencia franquista. Casado ya dijo que no tendría ningún problema en nombrar ministros de Vox si hiciera falta porque Vox es el partido que les recoge los votos que han perdido por corrupción o por veletas. No quería tener que hacerlo hasta que llegaran las generales pero se equivocó como Casero al pulsar el botón de votar y ahora se los tendrá que comer en Castilla y León y Andalucía. Aquí no ocurrirá como en Francia o Alemania, donde el resto de partidos ha arrinconado al fascismo, mucho menos sucederá como en Grecia, donde desde los medios a los jueces, desde las instituciones a los activistas, derrotaron a Amanecer Dorado movilizándose contra los ultras. Aquí el franquismo es cultural y la extrema derecha, estructural. Tiene el poder, los medios, el dinero y una Internacional Reaccionaria financiando, asesorando y organizando el asalto a las instituciones, como antes hizo en Estados Unidos, Brasil, Hungría, Reino Unido o Polonia. Somos los siguientes en la lista. Cada vez la extrema derecha está más cerca de gobernar y cada vez lo hace mejor para conseguirlo. No sólo controla la intoxicación de las redes y el debate, no sólo cala en las instituciones del Estado y entre los cayetanos de donde provienen sus dirigentes, ahora también han bajado a pie de calle. Hay que reconocerlo para saber combatirlo: el discurso de Abascal en la noche electoral el domingo y este miércoles en el Congreso fue el más pegado a las preocupaciones de la gente. Dejó el tono exaltado para hablar de la luz, el paro, el pan, la España Vaciada, la incertidumbre. ¡Obrero y español!, cantaban en la noche electoral. Sí, como los nazis de Hogar Social, pero funciona como le funcionó a Trump. El nacionalismo presuntamente obrero y antisistema funciona cuando la crisis global aprieta. ¿Qué hacer cuando la indignación se ha vuelto de ultraderecha, cuando la ultraderecha le ha quitado a la izquierda la protesta, cuando ser facha está de moda? La izquierda tiene que recuperar lo que ha perdido: la calle, la iniciativa, la ilusión, la capacidad de motivar y movilizar. Eso no se consigue con medias tintas. La izquierda tiene que ser izquierda. Atrevida, audaz, emocionante. Dejarse de debate de esencias y centrarse en las realidades, en las inquietudes sociales y sus soluciones materiales, no sólo de las minorías vulnerables, también de las mayorías oprimidas. Reivindicar la defensa de la solidaridad y de lo público, de la cooperación, el apoyo y el cuidado que floreció en la pandemia. Creo que es evidente que ya no puede hacerse desde la marca Unidas Podemos que ha cumplido su función pero está desgastada por los ataques externos, las luchas internas y el ejercicio de gobierno. Sin embargo, Yolanda Díaz es una marca en alza que sí puede presumir de sus logros y su capacidad de diálogo. Su proyecto tiene que ponerse en marcha con urgencia y crear un frente amplio, sin duda liderado por mujeres, en el que estén representadas las distintas sensibilidades ideológicas y territoriales. Un proyecto que impulse la inmensa base de los partidos y movimientos sociales para dar la batalla frente al rodillo mediático y el fáctico.
Se necesita también un PSOE que no escriba al dictado de las élites, que no retroceda ante el ruido de una derecha que jamás le votará. Se necesita una izquierda que no retroceda ante la ultraderecha sino que avance más rápido que ella. Una izquierda que aúne al país y a las distintas izquierdas nacionales y nacionalistas. Una izquierda que sea más izquierda, que conquiste más derechos y ofrezca más certezas. El único cordón democrático a la extrema derecha es más democracia, más igualdad, más progreso: más izquierda, no menos.
La guerra entre familias de la mafia genovesa ha terminado con la muerte de Casado. Es un cadáver aunque aún no lo quiera aceptar. El PP no paga a traidores. Se admite el robo, no la delación. Podría haber sobrevivido si hubiese resistido el fin de semana. Había conseguido que se hablara más del pillaje de Ayuso que de su espionaje, había conseguido que la presidenta madrileña reconociese parte del negocio de su hermano, pero Feijóo, los barones, la presión de la calle y los medios, le pusieron el cuchillo en la garganta y él lo cogió. Con él se ha cortado la lengua y se la han hecho tragar. Ahora sólo es cuestión de tiempo que su cabeza salga rodando por la puerta de Génova. Ayuso la ha pedido hoy. Cuando su rival hincó la rodilla para intentar la paz, ella no cogió el guante, cogió el sable para decapitarlo. Casado quiere aguantar todo lo posible con la esperanza de que una imputación de la presidenta madrileña le salve el cuello. De momento ha convocado una Junta Nacional la próxima semana para ver si tiene apoyos para sobrevivir hasta un congreso de fecha indeterminada. Es alargar la agonía porque no los tiene para seguir siendo el candidato a las generales. Desde Bonilla hasta el siempre precavido Feijóo han pedido su sangre para cortar la hemorragia. Queda por ver si se presentarán para sucederle, si lo hará Ayuso, si quién. La presidenta madrileña dice que no, pero habrá que preguntarle a MAR. Habrá que ver si se impone la vía más centrista del gallego, que también tiene sus sombras de corrupción, o la vía trumpista de la madrileña, a la que perseguirá la sombra de sus negocios con la familia. Que el dedo de la presidenta no nos impida ver hacia dónde señala. Ese dedo de Ayuso concedió un millón y medio a una empresa de un amigo para conseguir mascarillas y esta empresa le pagó a su hermano 55.000 euros, como ha reconocido ella, y presuntamente 230.000 euros más, que ella se ha negado a explicar. Las mascarillas salieron más caras de lo habitual y fueron de menor calidad de lo que se firmó. Todo apunta (presuntamente) a que el amigo hizo de testaferro para que cobrara el hermano saltándose la ley que impide contratar con familiares. En marzo de 2020, en el peor momento de la pandemia, con 700 muertos al día y Madrid a la cabeza, cuando Ayuso abandonaba a los ancianos en las residencias y mientras otros donaban mascarillas porque no había, la presidenta estaba lucrando a su hermano. Pretende que creamos que no sabía nada, ella que presumía de estar llevando personalmente la búsqueda de material en China. No es la primera vez que beneficiaba a los suyos. Una empresa en la que trabaja el hermanísimo ha contratado hasta 20 veces con la Comunidad desde que Ayuso está en la Administración madrileña. Un socio de la madre de la presidenta en cuatro sociedades, recibió con otra de sus empresas casi otro millón de euros. El amigo de las mascarillas ha triplicado sus ganancias el año que hizo el contrato con la CAM. El dedo mágico de Ayuso también concedió a dedo contratos a Rodilla, Telepizza y a su amigo Sarasola, el que la alojaba en su hotel de lujo. La libertad contra el comunismo es un sistema clientelar de enriquecimiento de amiguetes y familiares. ¡Pero si son ellos los que están convirtiendo España en lo que dicen que es Venezuela! ´ No para sus votantes. Más de 3000 personas se manifestaron en Génova el domingo no para pedir la dimisión sino la canonización de Ayuso. De nepotista a mártir. De las cloacas a los altares. Santa Isabel de Todos Los Hermanos, patrona de las mascarillas, inmortalizada como Máter Dolorosa por su periódico amigo, El Mundo, y ascendida a los cielos por el periódico católico, ABC, que han convertido el periodismo en hagiografía. ¡El padrino ha muerto, viva la patrona! El PP no se regenera ni tampoco su entorno. Casado quiso espiar y extorsionar en lugar de denunciar. Los barones quieren tapar en lugar de investigar. La prensa y los fans quieren a Ayuso a pesar de sus negocios. La Trump madrileña tiene a los medios y los votantes de su lado porque los primeros dirigen a los segundos y ella mantiene a los primeros con publicidad y subvenciones. Toda mafia tiene detrás a un sistema comprado y a un pueblo cómplice. La mafia sólo existe en un país corrompido.
Putin no ha invadido Ucrania para desnazificarla. Primero tendría que empezar por despiojarse a sí mismo del ultranacionalismo, el autoritarismo, el antisemitismo y la homofobia que tiene incrustados hasta en el pelo de la pechera. Putin tampoco ha invadido Ucrania para proteger a los rusos del Donbás de las agresiones de militares y fascistas ucranianos. Llevan sufriéndolas ocho años sin que haya movido su autocrático dedo para evitarlo y ahora lo mueve para ordenar la invasión de todo el país no sólo de las dos repúblicas separatistas. Putin ha invadido Ucrania porque puede y porque quiere que Ucrania vuelva a ser parte de una Rusia grande y libre. Lo de libre es coña. El caso es que Putin tenía su parte de razón en este conflicto pero la ha perdido al invadir un país soberano, asesinando a civiles y provocando el éxodo de 360.000. Es legítimo querer alejar de sus fronteras la presencia de la OTAN, aunque tanto como lo es para Ucrania pedir la entrada en la Alianza Atlántica o en la UE. Son legítimas las denuncias de Moscú por el incumplimiento de los acuerdos de Minsk que decretaban en alto el fuego entre prorrusos y antirrusos, aunque lo cierto es que se han incumplido por ambas partes. En cualquier caso, lo que no es legítimo es querer anexionarse Ucrania o convertirla en un Estado satélite a tu servicio, masacrando a la población civil por el camino. Putin tenía motivos para la queja pero con la invasión ha perdido la razón. De hecho, parece que es literal, que se le ha ido la olla del todo. No sólo por sus delirios nacionalistas, que le hacen reclamar Ucrania por no sé qué derecho histórico de hace un milenio, sino porque empezar una guerra en suelo europeo después de la que se lió aquí hace menos de un siglo y hacerlo en nombre del antifascismo cuando tú eres el amigo de los fascistas del mundo, no es una muestra de tener la cabeza muy centrada que digamos. Más bien, ladeas a la extrema derecha, Vladimiro. Y en efecto, la jugada no ha sido muy inteligente porque está consiguiendo exactamente lo contrario de lo que perseguía, unir a Occidente en contra y revitalizar a una OTAN que había salido con el rabo entre las piernas de Afganistán y otras catastróficas desdichas. Porque ésa es otra. Esta guerra de Putin es una guerra que conviene a sus rivales, que ahora tienen cola de países que piden la entrada en la Alianza, de Ucrania a Finlandia y Suecia, a los que el matón ruso ha amenazado como si estuviera en el patio de un colegio. Quería alejar a los aliados y lo que ha hecho es echárselos encima y darles una coartada y una legitimidad para hacerlo. Quería desestabilizar a Europa porque detesta nuestras democracias tanto como ama a nuestros fachas y hay que agradecerle que la haya cohesionado como nunca desde que nació el sueño europeo. Con la de buenos ajedrecistas que tiene Rusia y su presidente se ha hecho un jaque que parece diseñado por su archienemigo Kasparov. El temor que tenemos es que intente salir a misilazos del embrollo en el que se ha metido. Pero el imperialismo megalomaníaco de Putin no debe hacernos perder de vista el imperialismo del otro lado que también ha contribuido a la escalada del conflicto. Tenemos un imperio ruso decadente intentando plantarle cara al imperialismo en decadencia de Estados Unidos mientras el emergente imperio chino espera agazapado para recoger los frutos del desgaste mutuo. No podemos decir con pruebas que Washington quisiera esta guerra, aunque la anunciaba como Pedro al lobo, pero sí podemos decir que sabrá sacarle tajada, como seguro harán los chinos, ambos a costa de los civiles que son las pipas de sandía que escupen al suelo. Lo que también podemos decir es que se puede condenar el imperialismo yanqui sin caer en la aberración de defender al imperialista Putin, como hace una parte minoritaria pero ruidosa de la izquierda, nostálgica de un gulag que afortunadamente no sufrió y tan ridícula como la derecha que intenta hacer creer que el déspota ruso es comunista como Unidas Podemos. El fantasma que recorre Europa no es el del comunismo sino el del fascismo, el imperialismo y el de una nueva Guerra Fría que arrastra ruido de cadenas nucleares. La manera de evitar que la cadena se desate no es responder al fuego con fuego sino ahogándolo económicamente como está haciendo Europa. Ayudar en la defensa pero no atacar. Aislar al agresor pero no la información. La censura de medios rusos por parte de la Unión Europea es justo lo que las democracias no deben hacer, a no ser que quieran ser como Putin que ha restringido Twitter y Facebook, amenaza con el cierre de medios independientes y prohíbe las palabras "invasión", "guerra" y "ataque". Este artículo no pasaría el filtro. Controlar la información para acabar con la propaganda es otra forma de propaganda. Presumir de lo que careces. Paradojas de muchos que se dicen liberales por aquí pero corren a poner la mordaza en cuanto te descuidas y luego que si los rojos comemos niños y titulares. La libertad de expresión es un principio democrático inalienable, es de 1º de constitucionalismo. Tiene sus riesgos pero hay que asumirlos. Aquí nos zampamos sin rechistar a Inda, Marhuenda y toda suerte de panfletos. Los ciudadanos somos mayorcitos para saber informarnos, y si no lo somos, es nuestra responsabilidad, no del Estado. No somos ovejas, o no debemos serlo, así que no hace falta pastorearnos. Y hablando de hipocresías. Es una lástima que el boicot que se aplica a Rusia no se aplique a Israel por su invasión de Palestina o Arabia Saudí por las matanzas en Yemen. Es una lástima también que la política de puertas abiertas a los refugiados ucranianos no se aplique al resto porque no vienen de nuestro entorno ni tienen la piel pálida como el claro de la mañana. No nos las demos tanto de demócratas cuando nuestro sentido de la democracia es tan selectivo.
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Tema: Re: Carne Cruda Vie Mar 04, 2022 11:44 am
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Tema: Re: Carne Cruda Vie Mar 11, 2022 11:43 am
Pacifismo para beligerantes
Europa se desmarca del veto de Washington al petróleo ruso. Para Estados Unidos es un gesto de cara a la galería, para Europa es quedarse sin sangre en las venas de la economía. Perfecto ejemplo para explicar de qué va esta guerra de Ucrania. Europa es el escudo de Estados Unidos en sus batallas atlantistas por dominar el planeta. Ellos dan el golpe o lo provocan y los europeos recibimos la respuesta. El golpe ahora lo ha dado Putin, y nada lo justifica, pero sí lo explican las tensiones durante la última década por el control de la zona entre los dos imperios en liza. Para que todo el mundo lo entienda: Putin le ha declarado una guerra a Estados Unidos que están librando los ucranianos y está pagando Europa. Cuando esto se entiende, todos los discursos belicistas se desmoronan. Ucrania tiene todo el derecho a defender su integridad y su soberanía, pero lo ingenuo es pensar que esta guerra va sólo de los ucranianos y la defensa de la democracia y que, por eso, hay que mandarles armas para que decenas de miles de personas se dejen la vida por el bien de la humanidad. Esto va de geoestrategia y economía. De los deseos expansionistas de Putin para recuperar los territorios de la vieja URSS y de los intereses de la OTAN de Estados Unidos por ganar influencia en los límites de Rusia. Ucrania es el foso del castillo ruso y el zar ha decidido tomarlo antes de que lo haga la Alianza, como llevan anunciando infinidad de asesores, historiadores, profesores y escritores durante décadas. Es la crónica de una guerra anunciada pero hay que evitar que se convierta en una guerra crónica. Ucrania podría ser Irak. Podría ser Afganistán. Podría ser Siria. Cuanto más dure la destrucción, más durará la reconstrucción. Más incurable la herida. Además, si armas a los civiles, puedes provocar una guerra de guerrillas interminable, incluso una guerra civil, dada la división interna entre los que miran hacia Moscú y los que miran hacia Bruselas. La guerra de ocho años en el Donbás puede extenderse a toda Ucrania y entonces los periodistas se irán y todos esos tertulianos amantes de la guerra se olvidarán de los heroicos ucranianos a los que ahora jalean y mañana despreciarán cuando se conviertan en una pesada carga en las fronteras. Cuando se entiende que esto va de Putin y Biden jugando al Risk y al Monopoly con las vidas de los ucranianos y las ucranianas en el tablero de Europa, a uno se le quitan las ganas de jugar a la Tercera Guerra Mundial como hacen la mayoría de periódicos y tertulias de esta España nuestra, esta España bélica, y le sale más fuerte y más claro el grito de “No a la guerra”. El pacifismo no consiste en ponerte delante de un tanque para que te haga papilla, como dicen los sobrevenidos estrategas de la tele con sus argumentos de altura, consiste en explicar los problemas de la guerra para aplicar las soluciones de la paz. De la negociación y la diplomacia para la que se han ofrecido desde China hasta el Papa. Consiste en explicar por qué el pacifismo es mucho mejor idea que mandar armas. El pacifismo consiste en contar que Putin ha puesto tres condiciones que no son disparatadas para Europa y Ucrania como punto de partida: la anexión de Crimea, que es efectiva desde 2014, el reconocimiento de las repúblicas del Donbás, que acabaría con una guerra civil y es lo que probablemente desea la mayoría rusófona de la región, y la neutralidad de Ucrania, que el propio Zelenski dijo que podría aceptar y que conviene para una paz duradera en el contiente. La OTAN nunca pensó en la entrada de los ucranianos, ha jugado esa baza para atraerla, pero visto lo visto, adonde hay que atraer a Ucrania es hacia la Unión Europea. Y aunque suene duro de oír en este momento, a quien hay que atraer hacia Europa es a Rusia. Hay que encontrar un equilibrio con Putin para asegurar la convivencia. Dejemos de ser un felpudo donde los estadonunidenses se limpian las botas. El pacifismo consiste en explicar que no estamos en guerra, como dice Borrell que se ha venido arriba en su papel de Churchill de segunda. Consiste en explicarle a Borrell que no somos nosotros los que tenemos que encender menos la calefacción, como nos pide, sino la Unión Europea la que tiene que acabar con un sistema tarifario injusto que nos hace pagar toda la energía a precio del gas que es la más cara y que es él quien tiene que dejar de echar leña al fuego y empezar a echar la carne en el asador de su trabajo, la diplomacia, donde no le vemos ofrecerse ni hacer una sola propuesta. Consiste en explicar que cuanto más se alargue la invasión, más lo pagaremos todos. Consiste en explicar que mandamos armas a Ucrania mientras financiamos la guerra de Rusia comprándoles gas y petróleo y lo que nos haga falta. Consiste en decir "No a sus guerras con nuestras vidas". Cuando los imperios chocan sus cabezas, la cornada se la llevan las provincias mientras en las metrópolis toman coca cola o vodka. Las bombas no llegarán a Moscú, tampoco a Washington por haber jugado con fuego en la órbita rusa. El 11S es la única excepción en la que el enemigo atravesó sus puertas para sembrar el caos y el oso herido respondió con una furia que aún sufrimos por todo el planeta. Fue el primer síntoma del declive del imperio que no ha dejado de caernos encima como ruinas que se desmoronan. Putin es otro oso herido y acorralado que lanza sus zarpazos para demostrar que aún tiene fuerza. Pero la sangre que se derrama nunca es la de los zares o emperadores sino la sangre de la gleba. El zar o el emperador sólo sangran cuando la ciudadanía les corta la cabeza.
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Tema: Re: Carne Cruda Mar Mar 15, 2022 10:47 am
El siglo XX se repite
Da miedo ver cómo se parece el siglo XXI al siglo XX. Da miedo ver cómo la avidez del poder se alista con la estupidez para repetir tozudamente los errores más macabros de nuestra especie. Da miedo la irresponsabilidad de los responsables políticos que se empeñan en pasar a la Historia convirtiendo la Historia en una pira funeraria. Da miedo cómo las sociedades se alinean ciegamente con el ardor guerrero olvidando los estragos devastadores de las guerras. Da miedo cómo se silencia a la voces que intentan poner cordura frente a los que quieren imponer caos. Da miedo pero no podemos dejarnos llevar o paralizar por el pánico. La respuesta al belicismo no puede ser el sálvese quien pueda o echar más leña al fuego, debe ser la luz, la lucidez, no el incendio. No será por señales. El siglo XXI, no se nos olvide, echó a andar con Putin, nombrado como sucesor por Yeltsin el último día del siglo XX. Llevaba el nuevo milenio la marca del diablo en la frente. Las cenizas del imperio ruso parían al último de sus zares que morirá matando aunque tenga que llevarse el mundo por delante. Después vino el 11S. La caída de las torres que sujetaban el imperio estadounidense que no ha hecho otra cosa que desmoronarse desde entonces arrastrando en su caída a Occidente. Luego el crack del 2008 que es como el crack del 29, una crisis global, económica, política y social que ha despertado de nuevo a la Bestia del fascismo de Este a Oeste. De Trump a Putin, de Le Pen a Orbán, de Salvini a Abascal y a todos los neonazis que recorren Europa. El sueño del capitalismo produce monstruos. Fascismo, crisis climática y, finalmente, una pandemia en 2019 que es como la gripe de 1918. Ya sólo faltaba una guerra mundial para que el calco entre los dos siglos se completase y Putin invade Ucrania como si se creyese Napoleón o Hitler. Por eso, porque conocemos la Historia, porque hemos visto lo que sucede cuando imperialismo, capitalismo y nacionalismo se desatan en una tormenta de sangre, tenemos que exigir a quienes tienen el poder sobre nuestros países, ejércitos, medios, instituciones, que apaguen su ardor guerrero y eviten por todos los medios la barbarie. A Biden cuando anuncia que puede estallar la Tercera Guerra Mundial, a Borrell cuando dice que las bombas de Kiev deben despertar a los europeos de su sueño de bienestar, a Zuckerberg que permite en sus redes el odio a Rusia como contribución a ganar esta guerra, a los periódicos, radios y televisiones que escupen fuego por sus altavoces, tenemos que exigirles que se callen y echen agua, que dejen de alimentar el pánico y la furia, que recuerden que es la democracia lo único que nos puede salvar en la peor hora. Las bombas de Kiev no tienen que despertarnos del sueño del bienestar, tienen que despertarnos de la pesadilla del horror. Es la defensa de las libertades, de los refugiados, de la palabra, de la diplomacia, de la humanidad, lo que tiene que despertar. El heroísmo es mucho más atractivo que el pragmatismo. Es más popular apelar a la resistencia que a la realidad. Ucrania puede aguantar, pero no puede vencer. No somos quién para pedirle a Ucrania que se rinda pero sí podemos aconsejar que salve vidas que la gloria ya la tiene asegurada, que gane un país aunque pierda tierra, que gane un futuro aunque sea con una derrota. Hay que seguir creyendo en la negociación mientras Rusia siga sentada a la mesa porque si no quisiera negociar no se sentaría y porque China la apoya y eso quiere decir que los chinos no quieren guerra, no la necesitan para ser el nuevo imperio, les vale con el susto que le ha dado Putin a la OTAN. Hay que seguir repitiendo que el mundo no puede ir a una guerra mundial después de una pandemia global, que es una hipocresía hablar de la democracia en Ucrania cuando no la defendemos en el resto del mundo, que la democracia se defiende parando la guerra. La democracia se defiende parando al fascismo, a los amigos de Putin, que los tenemos también en casa y que ahora se esconden para que no les salpiquen sus crímenes. Ahora es cuando hay que decir que Vox y compañía son cabezas de la misma hidra y que si no los detenemos en toda Europa, volverán a destruirla. Hay que desnazificar Europa democráticamente sin necesidad de otra guerra como se hizo en el siglo pasado. Una crisis económica, política, climática, pandémica y finalmente bélica debería enseñarnos que este sistema caníbal despierta a las bestias. No son las bombas de Kiev, esa es la consecuencia. Si después de todas estas crisis de advertencia, si después de la lección de Historia del siglo XX, no aprenden quienes gobiernan que la justicia social y la igualdad material son la única vacuna, volveremos a caer al abismo. Tenemos la oportunidad, una última, de evitar la catástrofe y salir de aquí con una nueva política de energía y seguridad, con una democracia más sólida, una paz más duradera y una condena unánime a los fascistas. No tengo muchas esperanzas, pero aún quiero creer que evitaremos la tercera guerra porque ya tuvimos la segunda y Marx tenía razón, que la Historia ya se repitió como tragedia y ahora se repetirá como miserable farsa. Hoy me conformo con que acabe el siglo XX y empiece el XXI.
Ahora que la vida se ha convertido en una serie distópica de Netflix, hasta la meteorología se adapta. El cielo se tiñe de naranja y los coches se llenan de polvo del desierto como si la destrucción ya hubiera sido y estuviéramos en Mad Max. A nadie extrañaría a estas alturas ver aparecer a los cuatro jinetes del Apocalipsis cabalgando entre las nubes. Después de una pandemia, una Filomena, un volcán, una invasión y el anuncio de la guerra nuclear, te esperas cualquier cosa. Y sin embargo, hay quien no se ha enterado de que el mundo se acaba y diosito nos ha mandado una tormenta de arena. Circula por las redes el audio de una señora que se queja del vecino que debe de haberse puesto a cortar baldosas y le ha dejado la terraza como el Sáhara. Bendita mujer que vive de espaldas a la actualidad o quizá estaba tan absorbida por Ucrania que no ha visto que llegaba Celia. Sirvan estas líneas para ponerle al día de los goles que nos han colado a puerta vacía mientras nos cegaba la tormenta bélica.
Porque, aunque no se lo crean, hay quien ha aprovechado el río revuelto de la guerra para limpiar la ropa sucia. Ya no se acordarán porque parece otra vida, pero Ayuso le regaló a un amigo un contrato de mascarillas por un millón y medio del que le llegaron 55.000 euros a su hermano, como reconoció ella misma. Quedaban por explicar otros 230.000 que Casado decía de buena tinta y que la presidenta madrileña negaba. Hasta que estalló la guerra. Entonces, con nocturnidad y alevosía, envió un comunicado a la prensa admitiendo que su hermanísimo había ganado en total 280.000 euros con este negocio de familia. Lo que me sorprende es que no haya habido otra manifestación de seguidores delante de Génova para pedir que la canonicen y que se presente a la Moncloa. Por lo pronto, han canonizado a San Feijóo, santo patrón de la moderación, el hombre que vendrá a civilizar España como Santiago Matamoros con espada de acero templado. En ese camino hacia el centro, el PP bajo su tutela se ha estrenado metiendo por primera vez en un gobierno a la ultraderecha. Los amigos de Putin en España, para que se entienda. Los amigos de Salvini, Le Pen, Orbán y compañía. Giro al centro pasando por el franquismo. El acuerdo incluye un pin neanderthal, ocultar la violencia machista y darle la vicepresidencia a un homófobo, racista y machista. Feijóo dice que él no ha tenido que ver, pero también decía que no tenía nada que ver con Marcial Dorado, su amigo el narcotraficante de la crema. Para el PP europeo el pacto es un “accidente” que espera no se repita. Se repetirá si salen las cuentas. Feijóo, el moderado, le dará la vicepresidencia a Abascal y ministerios a Ortega-Smith, Espinosa Etc y Olona para llevar a España al siniestro total. El que ha salido silbando de su accidente es el emérito. La Fiscalía no encontró mejor momento que la guerra para anunciar que la causa contra los presuntos delitos fiscales del rey había prescrito y que lo que no había prescrito, no se podía juzgar porque entonces era inviolable. Sigan circulando, aquí no ha pasado nada. Primero alargan la investigación hasta que prescribe, después nos dicen que el monarca es inviolable para delinquir. Y luego, nos pedirán que creamos en la Justicia. Estamos a un bombardeo de que nos cuenten que le han restituido el trono a Juan Carlos. Él también aprovechó la guerra para escribir un comunicado en el que dedicaba una sola línea a lamentar los “acontecimientos de su vida pasada”. Le faltó decir “esos acontecimientos de los que usted me habla”. Hablamos de ilícitos fiscales que el propio Borbón reconoció con sus regularizaciones. El rey evadió impuestos, eso no hace falta que venga un juez y lo diga. Y mientras tanto, la derecha nos dice que pidamos perdón al rey, que le demos las gracias a Ayuso y que Abascal no es el amigo de Putin, que es Iglesias, porque Putin es comunista y Podemos está a favor de su guerra. Estamos a otro bombardeo de que culpen a la izquierda de la borrasca de arena. Nos metemos con la propaganda de Putin, pero aquí también nos las meten dobladas.
En el peor momento, las peores decisiones. Pedro Sánchez se está metiendo él solito en la boca del lobo, y al país cogidito de su mano. En la tormenta perfecta provocada por una guerra, una pandemia, un colapso energético y una crisis sistémica, el presidente nos dice que aguantemos el chaparrón hasta final de mes porque él no abre el paraguas hasta que se lo diga Europa. Como si Moncloa no pudiese hacer nada sin permiso de papá Bruselas. Los precios, la luz y el gasóleo están por las nubes, el campo, el mar y el transporte por los suelos, hay desabastecimiento y pérdidas en mercados y lonjas, y el presidente responde “vuelva usted mañana”. Para mañana será tarde, que cantaba Perales. Para mañana, la lluvia fina de protestas y paros en pesca, agricultura y carreteras, que está calando gracias a la lluvia gruesa de la ultraderecha, se puede convertir en una imparable oleada de descontento que se lleve al Gobierno y al país por delante. Sánchez confía demasiado en su Manual de resistencia, pero no debería subestimar el caldo de cultivo en el que Vox están sembrando la discordia. Hay un polvorín y Abascal lleva una antorcha. El líder ultra ha visto que la ocasión la pintan calva y cree que ahora sí va a tumbar al Gobierno. Quiere que los chalecos naranjas sean los chalecos amarillos a la española. Lo que también hay es mucho fachaleco verde de caza. En las protestas del campo este domingo se juntaron agricultores justamente indignados por años de abandono, con una patulea de explotadores, cazadores, defensores de la tauromaquia y caciques a caballo que se paseaban por la Castellana como si fuera su finca. Ahí se reunieron, en incongruente compañía, los santos inocentes que no tienen pan para llevarse a la boca y los señoritos que les tiran las migajas. De igual manera, la Plataforma Nacional del Transporte que ha paralizado el sector con sus piquetes es una extensión de la ultraderecha, pero ha conectado con el lógico desánimo de muchos camioneros y tractoristas a los que no les llega el gasóleo a fin de mes. A esto hay que sumar que el sindicato mayoritario de la Guardia Civil, JUCIL, nacido de JUSAPOL, el ala más cercana a Vox de la policía, critica que Interior les demande más contundencia con los piquetes para garantizar el trabajo de los transportistas que no se suman a la huelga. Es lo que nos faltaba por ver: fuerzas de seguridad defendiendo el derecho de manifestación y quejándose de tener que aplicar la mano dura. A eso se enfrenta el Gobierno, a un país que se tirará por la borda de la extrema derecha, impulsada por medios, empresarios y policías, si Sánchez no da respuesta inmediata a los problemas que tiene la ciudadanía por la interminable serie de catastróficas desgracias. Y como éramos pocos, el presidente parió la última ocurrencia. El PSOE, sin comunicárselo siquiera a sus socios de Gobierno de Unidas Podemos, reconoció la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental y el plan de Rabat de convertirlo en una autonomía marroquí. Los socialistas pisotean las resoluciones de la ONU y los consensos nacionales que reconocen el derecho de autodeterminación del territorio saharaui ocupado ilegalmente en la Marcha Verde. Al mismo tiempo que Sánchez envía armas a Ucrania para que los ucranianos no cedan al chantaje del sátrapa ruso, él cede al chantaje del sátrapa alauí. Contenta a Marruecos ante una inminente presión migratoria causada por la falta del cereal que llega de Ucrania al Magreb, pero nos mete en una crisis con Argelia, país del que dependemos para el gas, cuando estamos sumidos en una crisis energética. Han cantado bingo. Mientras Macron anuncia que nacionalizará la energía para bajar los precios, Sánchez ni se plantea esa opción propuesta por Unidas Podemos, y renuncia a limitar el precio en 180 euros el kilovatio, un precio altísimo en cualquier caso. De urgencia, el Gobierno ha anunciado una bonificación al transporte de 500 millones. Tarde y mal. En Francia y Portugal hace días que se bonifica, en Reino Unido es muy superior la cuantía. El país está quemado, Vox le echa gasolina y el PSOE está embobado con las llamas. La culpa de todo no la tiene Yoko Putin, también tiene responsabilidad un Sánchez desnortado. Llevamos años avisando que viene el lobo de la ultraderecha y no hacen caso. Cuando el lobo llegue finalmente y Pedro corra a pedir ayuda, será demasiado tarde y el votante de izquierdas no acudirá porque no se creerá nada.
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Tema: Re: Carne Cruda Mar Abr 05, 2022 5:30 pm
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Tema: Re: Carne Cruda Jue Abr 07, 2022 8:49 pm
La matanza de Bucha
La matanza de Bucha requiere una investigación independiente que determine qué ha pasado. Organismos y tribunales internacionales deben verificar quién provocó las imágenes del horror que hemos visto. Rusia niega su responsabilidad y acusa a Ucrania de un montaje. Por ahora, lo que sabemos es que decenas de civiles, entrevistados por decenas de periodistas solventes de distintos medios, acusan a los rusos de los asesinatos, torturas y violaciones. Por ahora sabemos que hay cadáveres en descomposición que llevan días tirados y que estaban ahí antes de que se fueran las tropas rusas, que durante semanas han ocupado, asediado y destruido la zona. Como dice el fotoperiodista de 5W, Santi Palacios, desplazado a Bucha, “hay que investigar lo ocurrido, pero ante mujeres en estado de shock que me enseñan, a la puerta de su casa, el cadáver de una persona conocida, tengo más razones para creerlas que para creer al ministerio de defensa ruso”. Hibai Arbide, reconocido periodista de izquierdas, nada sospechoso de otanismo, expresaba su desazón porque haya gente más dispuesta a creer bulos de la propaganda rusa, antes que los testimonios que él y otros compañeros han recogido allí. La ONG Human Rights Watch también ha documentado ejecuciones sumarias, violación de mujeres y violencia extrema contra civiles en zonas ocupadas por Rusia. Amnistía Internacional denuncia un patrón de presuntos crímenes de guerra rusos que no es exclusivo de Bucha, también ha sido verificado en Jarkov, Mariupol o Izium. Para conocer toda la magnitud y responsabilidad hay que esperar al dictamen de las investigaciones de la ONU, del Tribunal Internacional de la Haya y los observadores independientes, sin duda, pero se empiezan a acumular las pruebas en contra del ejército de Putin, que ya cometió atrocidades en Chechenia o en Siria, en apoyo a otro tirano, Al Asad. Circula estos días una media verdad convertida en bulo, según la cual Reino Unido habría bloqueado la petición de Rusia de celebrar una reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU para investigar lo ocurrido. Bloqueó esa reunión porque había otra, con ese propósito, programada para este martes, y el gobierno británico, que preside ahora el Consejo, se negó a que Moscú le marcase el ritmo. Londres no quiere tapar el caso, como dice la propaganda rusa y replican sus fans. Tanto Boris Johnson como su embajadora en la ONU han expresado que darán todo su apoyo para que la Corte Internacional indague la verdad sobre Bucha. Está en Twitter, no he tenido que hacer periodismo de investigación. También han sido refutadas muchas de las imágenes que la propaganda rusa utiliza para sustentar su tesis de que la matanza de Bucha es un montaje ucraniano. Hay imágenes de muertos, a pie de calle y de satélite, antes de que las tropas de Putin se marcharan. Los muertos que dicen que se mueven, no se mueven, son efectos ópticos. Hay periodistas que certifican la descomposición de los cuerpos abandonados en la calzada. Recomiendo hacer ese trabajo de búsqueda de fuentes y contraste de informaciones a quienes no quieran sufrir la manipulación de ningún lado. Informarse hoy es un campo de minas en el que debemos andar con cuidado si no queremos perder la honestidad y la decencia. Es agotador pero necesario para evitar miserables justificaciones de crímenes infames. También se están produciendo ataques a civiles y violaciones de derechos humanos por parte de tropas ucranianas en el Donbás, donde hay muchos menos periodistas informando, por cierto. Hay testimonios de personas que acusan al Batallón nazi Azov, y a otras tropas de Ucrania, de dispararles y bombardearles, y vídeos de civiles prorrusos atados y apaleados en plena calle por soldados y población civil ucraniana. En la era de los móviles, las atrocidades que se producen en toda contienda, salen a la luz. Esas agresiones se hacen con armas que nosotros les hemos enviado. Esto también hay que denunciarlo. Del mismo modo, hay que denunciar que Zelenski ha prohibido 15 partidos durante esta guerra, muchos de ellos de izquierda, por su presunto apoyo a Rusia. También ha dicho que el modelo al que debe parecerse Ucrania es Israel, una población unida y militarizada frente al enemigo común. No ha podido poner peor ejemplo: un país que hace lo mismo que él denuncia le está haciendo Rusia. No creo, por tanto, en la entronización occidental del presidente ucraniano. Pero mucho menos en la disculpa de Putin, a la que se han entregado comunistas rojipardos y anticomunistas rojigualdos, que pretenden que creamos que los rusos han entrado a repartir caramelos. Se pueden condenar las agresiones ucranianas en el Donbás, las violaciones de la OTAN y de otros tiranos aliados de Occidente como Israel, Marruecos o Arabia Saudí, y no caer en la propaganda del régimen de Putin, un autócrata criminal que encierra y asesina a opositores, que ha cerrado más de 700 webs por llamar “guerra” a su invasión, que financia medios que defienden las estrategias nazis de “reeducación” o “liquidación” de los ucranianos, que ha perpetrado numerosos crímenes desde que dirige Rusia con puño de hierro y que no ha entrado en Ucrania para pacificar el Donbás sino para arrasar el país entero, provocando un éxodo de 10 millones de personas.
Mañueco ha dado entrada a la ultraderecha en un gobierno en España cediendo en todo lo que Vox quería. En feminismo, inmigración y memoria democrática. El presidente de Castilla y León tenía la necesidad imperiosa de ser investido para blindarse ante el futuro judicial que le espera. La Justicia investiga una presunta trama de financiación ilegal en las primarias en las que salió elegido como líder del partido en la comunidad. El PP autonómico pagó presuntamente 60.000 euros en cuotas atrasadas de afiliados para que estos pudieran votar. Votaron a Mañueco. Masivamente. Compraron sus votos. Presuntamente. Esa fue una de las razones del adelanto electoral que ha cambiado a Ciudadanos por Vox en el gobierno castellano leonés. El presidente no quería que el caso saltara antes de las elecciones. Ahora ha querido evitar que salte antes de ser investido, de ahí que haya vendido su alma a la ultraderecha. Su alma nos importa poco, pero con ella ha vendido principios básicos de la democracia. Mañueco ha aceptado una Ley de Violencia Intrafamiliar para diluir la Ley de Violencia de Género, una Ley de la Concordia para sustituir a la Ley de Memoria Democrática y un proyecto de Inmigración Ordenada que ni él mismo sabe explicar pero que es la forma que tiene Vox de criminalizar al migrante pobre. Deslavar la democracia, blanqueando a la extrema derecha y la dictadura, ése es el programa de la lavadora que Mañueco ha puesto en marcha, a cambio de la limpieza ultra de la camisa del presidente. La España que madruga para frotar las manchas de sangre de la violencia machista, franquista y racista, mientras hacemos prelavado de la corrupción. Así es como hacen la colada: diluyen las leyes que protegen a las mujeres, a las víctimas del franquismo y a la inmigración en otras leyes de nombre parecido que dejan desvaída y sin fuerza la protección de las personas vulnerables. Cambian todo de nombre no para que todo siga igual sino para que todo sea como antes. Como en la pre o proto democracia. Son la extrema derecha y la derecha extrema gatopardas. Gatopardismo más que conservador, reaccionario. Quieren volver atrás. Retroceder en los derechos y libertades conquistados con tanto esfuerzo. Hablan de “violencia intrafamiliar” para borrar que la violencia de los hombres sobre las mujeres es mucho mayor que la de las mujeres sobre los hombres. Hablan de “concordia” para borrar que hubo un bando que dio un golpe de estado, impuso una dictadura de 40 años y aniquiló a parte del otro bando. Y hablan de “inmigración ordenada” para clasificar a los extranjeros en primera y segunda clase. Admisibles o inadmisibles. PP y Vox son un programa de lavado mixto. Vox lava la corrupción del PP, el PP blanquea el franquismo de Vox. Vox lava la democracia hasta borrarla, el PP perfuma el olor a rancio de Vox. Feijóo no quiere que se pegue el sudor y no estuvo en la investidura de Mañueco, pero no tiene inconveniente en seguir mezclando su ropa con la de la ultraderecha, porque es la única posibilidad que tiene de gobernar. Las encuestas empiezan a darle como ganador. La lavadora de cerebros funciona gracias a una prensa reaccionaria que aplica cada día el detergente con Vox, el suavizante con el PP, el quitamanchas con el franquismo, el machismo y el racismo, y el lavado de cara de Feijóo y Abascal. Mientras, el PSOE tiene el rojo de la camiseta del Gobierno más deslucido que el payaso del anuncio que no usaba Micolor.
La ultraderecha suma y sigue. En la misma semana ha alcanzado un gobierno regional en España y le ha disputado la victoria a Macron en Francia, donde ha conseguido un 40%. Los ultranacionalistas gobiernan en Polonia y Hungría, avanzan en nuestro país y en Finlandia, Suiza, Suecia, Austria, Italia, Holanda, Estonia, Letonia, Eslovaquia, donde están en torno al 20%. ¿Qué más tiene que pasar para que Europa reaccione frente a la ideología que quiere destruir Europa por segunda vez? Francia es la enésima señal de alarma. De tanto sonar la sirena parece que ya ni la oímos, como los asediados por un bombardeo diario que dejan de atender a las alarmas y se dejan ir, esperando que la suerte o la muerte resuelvan el problema. Europa igual. Europa ha muerto, como cantaban Ilegales, y no encuentra un proyecto de progreso común que defienda a los ciudadanos y a la democracia liberal de sus amenazas. El auge de las ultraderechas, lo hemos repetido, es el resultado del turbocapitalismo y la globalización que, con sus crisis cíclicas y crónicas, generan una desigualdad y una inseguridad galopantes. Cada vez más gente tiene menos y menos gente tiene más. La clase política representa a las élites y abandona a las mayorías. El pueblo no confía en los gobernantes ni en la capacidad del gobierno para mejorar sus vidas. Los sueldos son más cortos, las casas más caras, los precios más altos. No hay futuro y el futuro que hay es el apocalipsis: cambio climático, migraciones masivas, guerras globales… Susto o muerte. Hace diez años, ciudadanos indignados tomaron las calles para pedir un cambio de sistema y el sistema se defendió con más sistema. En lugar de reformarse, como llegó a decir Sarkozy, se rearmó. Macron es el mejor ejemplo. Un neoliberal elitista y tecnócrata. Fiel servidor del capitalismo. Siervo del establishment. Este es el resultado. Los chalecos amarillos son el síntoma. Los camioneros españoles, lo mismo. Son la explosión de la Europa del descontento, el cabreo monumental de los olvidados y los golpeados, los jóvenes precarios y los invisibles de la ciudad y el campo que se expresa como antipolítica porque la política les ha fallado. En diez años, la indignación ha pasado de querer más democracia a querer su abolición porque la democracia no responde. El cabreo ha cambiado de bando. Diez años después, el sistema ha profundizado las heridas y los ciudadanos han terminado agarrándose al único fusil que parece poder defenderles y hacerles sentir seguros, aunque signifique destruir los consensos democráticos: la nación. El mito nacional. La mitificación del pasado y del futuro como refugio frente a un presente y un horizonte desoladores. Los salvapatrias que ofrecen unidad y orden frente a los enemigos del viejo mundo: migrantes, feministas, la izquierda… A las élites no parece importarles porque se sienten protegidas. Ellas también impulsaron el fascismo hace un siglo. Pero las consecuencias no son controlables ni para los que tienen el control. No han aprendido nada. Las oligarquías económicas, políticas y mediáticas han alimentado a la Bestia para acabar con el cambio progresista que surgió hace una década y la Bestia puede acabar devorándonos. El tertuliano que equipara a la extrema derecha con la extrema izquierda que, en realidad, es socialdemocracia, el que se escandaliza con Le Pen y Putin pero blanquea a Vox, y todos los que sustentan este sistema, nutren al monstruo. El único cordón sanitario contra la ultraderecha es eliminar las causas que la originan. Si eso no ocurre, veremos a nuestro mundo derrumbarse otra vez de formas que no podemos ni imaginar. España es la siguiente.
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Tema: Re: Carne Cruda Mar Abr 26, 2022 11:40 am
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Tema: Re: Carne Cruda Mar Abr 26, 2022 11:42 am
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Tema: Re: Carne Cruda Mar Abr 26, 2022 11:42 am
marapez escribió:
La Europa del descontento
La ultraderecha suma y sigue. En la misma semana ha alcanzado un gobierno regional en España y le ha disputado la victoria a Macron en Francia, donde ha conseguido un 40%. Los ultranacionalistas gobiernan en Polonia y Hungría, avanzan en nuestro país y en Finlandia, Suiza, Suecia, Austria, Italia, Holanda, Estonia, Letonia, Eslovaquia, donde están en torno al 20%. ¿Qué más tiene que pasar para que Europa reaccione frente a la ideología que quiere destruir Europa por segunda vez? Francia es la enésima señal de alarma. De tanto sonar la sirena parece que ya ni la oímos, como los asediados por un bombardeo diario que dejan de atender a las alarmas y se dejan ir, esperando que la suerte o la muerte resuelvan el problema. Europa igual. Europa ha muerto, como cantaban Ilegales, y no encuentra un proyecto de progreso común que defienda a los ciudadanos y a la democracia liberal de sus amenazas. El auge de las ultraderechas, lo hemos repetido, es el resultado del turbocapitalismo y la globalización que, con sus crisis cíclicas y crónicas, generan una desigualdad y una inseguridad galopantes. Cada vez más gente tiene menos y menos gente tiene más. La clase política representa a las élites y abandona a las mayorías. El pueblo no confía en los gobernantes ni en la capacidad del gobierno para mejorar sus vidas. Los sueldos son más cortos, las casas más caras, los precios más altos. No hay futuro y el futuro que hay es el apocalipsis: cambio climático, migraciones masivas, guerras globales… Susto o muerte. Hace diez años, ciudadanos indignados tomaron las calles para pedir un cambio de sistema y el sistema se defendió con más sistema. En lugar de reformarse, como llegó a decir Sarkozy, se rearmó. Macron es el mejor ejemplo. Un neoliberal elitista y tecnócrata. Fiel servidor del capitalismo. Siervo del establishment. Este es el resultado. Los chalecos amarillos son el síntoma. Los camioneros españoles, lo mismo. Son la explosión de la Europa del descontento, el cabreo monumental de los olvidados y los golpeados, los jóvenes precarios y los invisibles de la ciudad y el campo que se expresa como antipolítica porque la política les ha fallado. En diez años, la indignación ha pasado de querer más democracia a querer su abolición porque la democracia no responde. El cabreo ha cambiado de bando. Diez años después, el sistema ha profundizado las heridas y los ciudadanos han terminado agarrándose al único fusil que parece poder defenderles y hacerles sentir seguros, aunque signifique destruir los consensos democráticos: la nación. El mito nacional. La mitificación del pasado y del futuro como refugio frente a un presente y un horizonte desoladores. Los salvapatrias que ofrecen unidad y orden frente a los enemigos del viejo mundo: migrantes, feministas, la izquierda… A las élites no parece importarles porque se sienten protegidas. Ellas también impulsaron el fascismo hace un siglo. Pero las consecuencias no son controlables ni para los que tienen el control. No han aprendido nada. Las oligarquías económicas, políticas y mediáticas han alimentado a la Bestia para acabar con el cambio progresista que surgió hace una década y la Bestia puede acabar devorándonos. El tertuliano que equipara a la extrema derecha con la extrema izquierda que, en realidad, es socialdemocracia, el que se escandaliza con Le Pen y Putin pero blanquea a Vox, y todos los que sustentan este sistema, nutren al monstruo. El único cordón sanitario contra la ultraderecha es eliminar las causas que la originan. Si eso no ocurre, veremos a nuestro mundo derrumbarse otra vez de formas que no podemos ni imaginar. España es la siguiente.
El Gobierno ha aprobado el proyecto de nueva ley del aborto impulsado por la ministra de Igualdad, Irene Montero, pero la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, ha vetado la reducción del IVA de las compresas y los tampones al 4%. En el combate Montero contra Montero, pierden las mujeres. Los socialistas faltan a su propio programa electoral y al acuerdo de coalición. Ninguna novedad. En la oposición, defendieron la bajada al 5,5%. Ahora, dicen que no toca, que la ley no es el sitio, que lo incluirán en los próximos Presupuestos. Si es que llegan. No incluyeron la rebaja en los anteriores. Como para fiarse. La legislatura se puede acabar con los deberes sin hacer. Los productos de higiene femenina no son una elección, son esenciales para las mujeres pero tienen el mismo IVA que un café y mayor que el de la Viagra, considerado un medicamento. La erección masculina es una necesidad básica, pero el control de la menstruación femenina, por lo visto, no. Las mujeres tienen que usar estos productos durante unos 40 años, en los que se gastan hasta unos 2000 euros anuales, según datos de la OCU. En Francia, Reino Unido o Alemania tienen una tasa reducida, en Irlanda han quitado el impuesto y en Escocia son gratis. En España, hasta la derecha defiende una reducción, pero los socialistas siguen sangrando a las mujeres. No se pueden agarrar a la Unión Europea, como otras veces, porque la directiva comunitaria aprueba la bajada. Se agarran a la inflación provocada por la guerra de Ucrania, pero precisamente esa es la razón para hacer lo contrario: ayudar a las mujeres frente a la subida de precios, protegerlas de la “pobreza menstrual”. También ha incumplido la promesa de luchar contra la llamada “tasa rosa” que encarece la versión femenina de muchos productos, como las cuchillas, hasta un 170% más caras que las masculinas. ¿Qué le ha dado al PSOE con la regla, que tampoco le parece bien el reconocimiento de la baja por dolores menstruales? Irene Montero y Unidas Podemos, eso es lo que les pasa y les pesa a los socialistas. No soportan que el socio de gobierno se llevara Igualdad y vienen saboteando a la ministra desde la Ley Trans, a la que se han opuesto con vehemencia aunque en 2014 aprobaron la autodeterminación de género en Andalucía y después en 9 comunidades más, y aunque fueron ellos los que promovieron los cambios legales para facilitar el cambio de sexo en el registro. Desde que perdió el ministerio que ha sido su santo y seña, el PSOE antepone sus intereses de partido a los intereses de las mujeres. No es el único caso. El socio mayoritario de la coalición es el freno a los avances del socio minoritario. Calviño le echó el freno a Yolanda Díaz en la reforma laboral y lo ha intentado sin éxito con el Salario Mínimo. Sánchez echó el freno en la derogación de la Ley Mordaza que se ha quedado solo en reforma. Sánchez echó el freno a Garzón con la carne y las macrogranjas. Escrivá echó el freno al Ingreso Mínimo Vital para reducir su alcance (aunque ahora pisa el acelerador para ampliarlo). El PSOE iba con el freno pisado en la crisis del campo y los camiones. PSOE ha echado el freno de mano para impedir comisiones de investigación al emérito y al espionaje, ha frenado la acogida de refugiados a la que había abierto los brazos (aunque ahora vuelve a abrirlos a los ucranianos), incluso, ha hecho un trompo y va en dirección contraria a la posición nacional de España en el conflicto del Sáhara. Tenemos un gobierno de dos velocidades. Unidas Podemos acelera, el PSOE frena. Unos corren para llevar a cabo los cambios que este país necesita, otros temen que el polvo levantado moleste a la monarquía, el Ibex, la prensa y demás poderes. Pero los que vienen que vuelan son la derecha con la ultraderecha. Si los socios no aceleran ahora y corren juntos, como piloto y copiloto, perderán la carrera a la Moncloa y retrocederemos todo lo que hemos adelantado.