- diletante escribió:
- La argentina Cristina Fernández, esa exaltada vocinglera, levanta el hacha de guerra contra España y amenaza con nacionalizar IPF y todo lo que le salga de sus ovarios.
Hola Diletante. Que tal?
Aqui te pongo un articulo relacionado con lo que dices sobre la Fernandez y Argentina. No se si lo habras leido.Argentina y España, el escorpión y la ranaUn anuncio de Aerolíneas Argentinas, de hace ya unos años, llevaba como
titular: “Una compañía seria de un país serio”. Al parecer, no eran
conscientes del efecto demoledor que producía en cualquier lector
informado.Argentina ha dado el penúltimo paso para quedarse con el control de
YPF. Recordemos que esta empresa se ha convertido en el apellido de
Repsol desde que la adquirió la empresa española. Era entonces una
compañía importante, pero muy lejos de ser la primera empresa de
energía de Iberoamérica, que es ahora. La empresa que ha obrado esa
transformación es Repsol. Una compañía que es reconocida
internacionalmente por la eficacia de su proceso de producción. Y que
se ha convertido en una de las grandes petroleras del mundo,
procediendo de un país que apenas tiene petróleo.
Pero Argentina es un país muy exigente. La gestión de Repsol no ha
sido suficientemente buena. Y no cumple con unos compromisos de
inversión que, presuntamente, habrían sido adquiridos por la empresa
española. Como el nivel de exigencia es tan elevado, produce vértigo
mirar hacia abajo. De modo que busca cotas aún más altas, exigiendo
nuevos niveles de inversión en su país.
Pero mientras, el gobierno de Argentina ha ido utilizando métodos
que vuelven a estar de moda, con la celebración del 40 aniversario de
la película El Padrino. Región por región, le han ido quitando las
licencias de explotación a la empresa YPF. Sin licencia, no hay
producción ni negocio. Mientras, el gobierno de Cristina Fernández y su
entorno político iban enseñando poco a poco su estrategia que, en
realidad, era conocida desde hacía muchos meses. El objetivo era
declarar los yacimientos de YPF de interés general, que es la fórmula
jurídica habitual para el exprópiese bolivariano.
El cleptoparasitismo es el medio de vida de la clase política
argentina. Tiene como aliado un discurso populista que está fuertemente
enraizado en aquélla sociedad. Ya ha dado momentos que merecían
esculpirse en mármol, para el eterno recuerdo de generaciones futuras
de inversores, como precisamente Aerolíneas Argentinas. Este caso, el
de Repsol-YPF, demuestra hasta qué punto invertir en Argentina se ha
merecido convertirse en una atracción más de Eurovegas: un juego de
enorme riesgo, válido sólo para los bolsillos más despreocupados.
Cristina Fernández ya dio la medida de sus dotes políticas cuando
decidió quedarse, por decreto, con los ahorros de toda una vida de
aquéllos argentinos que habían optado por el sistema privado de
pensiones, importado a medias desde Chile. Lo que antes era de los
ahorradores argentinos ahora pertenece al Estado. Continuamos para
bingo.
Ya conocen la fábula. El fuego avanza por el bosque y sólo queda
huir por el río, pero el escorpión no sabe nadar. Le pide a la rana que
le lleve a la otra orilla, pero ésta se niega porque el escorpión le
inyectará su veneno, y la matará. El escorpión le hace ver que si hace
eso él también se hundirá, que no está en su interés, por lo que puede
confiar en él. La rana acepta. Y a mitad de camino ocurre lo
inevitable. Cuando la rana ve que se le escapan las fuerzas por el
aguijonazo en su espalda, aún conserva las suficientes para preguntarle
a su polizón “¿por qué lo has hecho”. “Es mi naturaleza”, es lo único
que acierta a responder. Hoy, el arácnido tiene acento argentino.
Porque el robo perjudica a la víctima, de eso no cabe duda. Pero en
este contexto, en el que todo el mundo conoce la cara del ladrón, y
dónde vive, Argentina puede verse también perjudicada. No Cristina
Fernández de Kirchner, que es la mitad de la pareja que más ha
multiplicado su patrimonio en menos tiempo de la historia del
continente americano. Pero sí los ciudadanos argentinos. Porque los
inversores acabarán por convencerse de que aquél país no tiene remedio.
Que sus trabajadores, laboriosos, instruidos, emprendedores, que
asombran a quienes les conocen, sus condiciones naturales, generosas
como sólo América puede darlas, no son suficientes para sobreponerse a
una mentalidad peronista y a una clase política que se ha tomado su
papel no se sabe si de forma irresponsable o demasiado en serio. La
sequía de capitales, que sería la forma en que aparecería la justicia
bíblica en el mundo de hoy, haría a los argentinos menos productivos,
quién lo diría, y más pobres. La riqueza no es una acumulación de
bienes, sino una disposición moral.
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