Recuerdo una conversación que mantuve con mi médico de cabecera (nos tenemos mútuo aprecio y confianza) hace unos nueve o diez meses, más o menos.
En la mecionada le expuse mi opinión en cuanto a que estaba convencido que los “Mercados” nos iban a hundir se hiciese lo que se hiciese ¡si les dejábamos las riendas de la recesión!
(“Mercados” = “Ente” definitivamente difuminado por aquellos que le interesan sea así, pero al tiempo muy concreto, casi tangible para quienes llevamos años analizando (en plan casero) ponderables e imponderables en cuanto a la política, y en este caso la económica).
Pues bien; su contestación fue:
- los Mercados somos todos, Rafael.
Le miré inquisitivamente los segundos suficientes para darle tiempo a una exposición más amplia o siquiera algo más aclaratoria en cuanto a esa afirmación.
Como no la hubo, le espeté:
- José: mercados los hay de diverso tipo. Los hay locales de abasto doméstico, los hay denominados “hipermercados", “supermercados”, pequeños comercios que mercadean desde antes del princípio de los tiempos tuyo y mío (pequeñas tiendas como las que se denominaron “ultramarinos“, ….. pero tú y yo no pertenecemos a esa casta de “Mercado” que es la que domina el mundo desgraciadamente y está instalada en los paraisos fiscales o, inclusive y sin ir más lejos, en aquello que se hace llamar C.E.O.E en nuestro país. Tú, yo, aquél al que tienes por vecino o saludas por la calle … no pertenecemos/pertenecen a ese Mercado. ¡Es la mercancia con la que especulan, muchacho! (soy unos pocos años más joven que él).
Hace una semana que le volví a ver. Me dijo:
Rafael: ……… “seguimos siendo mercancía que según se les antoje será reciclable, desechable, o siquiera no contemplada”.
Mi contestación:
- ¡Coño, al fin me entendiste!. ¡Pues a ver si espabilamos todos, aunque ya padezcamos de gota, para salir y cambiar las cosas. Sin sangre, a ser posible, que siempre es derramada (en un amplisimo porcentaje) la más inocente!.
Nos sonreímos (aunque esa sonrisa resultase ser más un rictus o mueca entre sonrisa y amargura estacional o no. Porque el asunto no está para reirse a boca abierta como lo hacen nuestros “representantes” parlamentarios, en sal , pasillos o televisiones.
No es un cuento. Es real.
En la próxima visita/consulta ..... seguro que terminamos llorando como críos.
