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Tema: Re: Te recito un poema Jue Nov 14, 2013 8:11 am
NO TE DETENGAS
No dejes que termine el día sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños. No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte, que es casi un deber. No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario. No dejes de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo. Pase lo que pase nuestra esencia está intacta. Somos seres llenos de pasión. La vida es desierto y oasis. Nos derriba, nos lastima, nos enseña, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia. Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa: Tu puedes aportar una estrofa. No dejes nunca de soñar, porque en sueños es libre el hombre. No caigas en el peor de los errores: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes. Huye. "Emito mis alaridos por los techos de este mundo", dice el poeta. Valora la belleza de las cosas simples. Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas, pero no podemos remar en contra de nosotros mismos. Eso transforma la vida en un infierno. Disfruta del pánico que te provoca tener la vida por delante. Vívela intensamente, sin mediocridad. Piensa que en ti está el futuro y encara la tarea con orgullo y sin miedo. Aprende de quienes puedan enseñarte. Las experiencias de quienes nos precedieron de nuestros "poetas muertos", te ayudan a caminar por la vida La sociedad de hoy somos nosotros: Los "poetas vivos". No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...
Walt Whitman
(1819-1892)
Tinajas Moderador
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Tema: Re: Te recito un poema Mar Feb 17, 2015 7:19 pm
Video-Poema. Poema de Yenny Londoño en la voz de Mercedes Pérez y música de Carmina Burana
Vengo desde el ayer, desde el pasado oscuro, con las manos atadas por el tiempo, con la boca sellada desde épocas remotas. Vengo cargada de dolores antiguos recogidos por siglos, arrastrando cadenas largas e indestructibles. Vengo de lo profundo del pozo del olvido, con el silencio a cuestas, con el miedo ancestral que ha corroído mi alma desde el principio de los tiempos. Vengo de ser esclava por milenios. Sometida al deseo de mi raptor en Persia, esclavizada en Grecia bajo el poder romano, convertida en vestal en las tierras de Egipto, ofrecida a los dioses de ritos milenarios, vendida en el desierto o canjeada como una mercancía. Vengo de ser apedreada por adúltera en las calles de Jerusalén, por una turba de hipócritas, pecadores de todas las especies que clamaban al cielo mi castigo. He sido mutilada en muchos pueblos para privar mi cuerpo de placeres y convertida en animal de carga, trabajadora y paridora de la especie. Me han violado sin límite en todos los rincones del planeta, sin que cuente mi edad madura o tierna o importe mi color o mi estatura. Debí servir ayer a los señores, prestarme a sus deseos, entregarme, donarme, destruirme olvidarme de ser una entre miles. He sido barragana de un señor de Castilla, esposa de un marqués y concubina de un comerciante griego, prostituta en Bombay y en Filipinas y siempre ha sido igual mi tratamiento. De unos y de otros, siempre esclava. de unos y de otros, dependiente. Menor de edad en todos los asuntos. Invisible en la historia más lejana, olvidada en la historia más reciente. Yo no tuve la luz del alfabeto durante largos siglos. Aboné con mis lágrimas la tierra que debí cultivar desde mi infancia. He recorrido el mundo en millares de vidas que me han sido entregadas una a una y he conocido a todos los hombres del planeta: los grandes y pequeños, los bravos y cobardes, los viles, los honestos, los buenos, los terribles. Mas casi todos llevan la marca de los tiempos. Unos manejan vidas como amos y señores, asfixian, aprisionan, succionan y aniquilan; otros manejan almas, comercian con ideas, asustan o seducen, manipulan y oprimen. Unos cuentan las horas con el filo del hambre atravesado en medio de la angustia. Otros viajan desnudos por su propio desierto y duermen con la muerte en la mitad del día. Yo los conozco a todos. Estuve cerca de unos y de otros, sirviendo cada día, recogiendo migajas, bajando la cerviz a cada paso, cumpliendo con mi karma. He recorrido todos los caminos. He arañado paredes y ensayado cilicios, tratando de cumplir con el mandato de ser como ellos quieren, mas no lo he conseguido. Jamás se permitió que yo escogiera el rumbo de mi vida y he caminado siempre en una disyuntiva: ser santa o prostituta. He conocido el odio de los inquisidores, que a nombre de la “santa madre Iglesia” condenaron mi cuerpo a su sevicia o a las infames llamas de la hoguera. Me han llamado de múltiples maneras: bruja, loca, adivina, pervertida, aliada de Satán, esclava de la carne, seductora, ninfómana, culpable de los males de la tierra. Pero seguí viviendo, arando, cosechando, cosiendo construyendo, cocinando, tejiendo curando, protegiendo, pariendo, criando, amamantando, cuidando y sobre todo amando. He poblado la tierra de amos y de esclavos, de ricos y mendigos, de genios y de idiotas, pero todos tuvieron el calor de mi vientre, mi sangre y su alimento y se llevaron un poco de mi vida. Logré sobrevivir a la conquista brutal y despiadada de Castilla en las tierras de América, pero perdí mis dioses y mi tierra y mi vientre parió gente mestiza después que el castellano me tomó por la fuerza. Y en este continente mancillado proseguí mi existencia, cargada de dolores cotidianos. Negra y esclava en medio de la hacienda, me vi obligada a recibir al amo cuantas veces quisiera, sin poder expresar ninguna queja. Después fui costurera, campesina, sirvienta, labradora, madre de muchos hijos miserables, vendedora ambulante, curandera, cuidadora de niños o de ancianos, artesana de manos prodigiosas, tejedora, bordadora, obrera, maestra, secretaria o enfermera. Siempre sirviendo a todos, convertida en abeja o sementera, cumpliendo las tareas más ingratas, moldeada como cántaro por las manos ajenas. Y un día me dolí de mis angustias, un día me cansé de mis trajines, abandoné el desierto y el océano, bajé de la montaña, atravesé las selvas y confines y convertí mi voz dulce y tranquila en bocina del viento en grito universal y enloquecido. Y convoqué a la viuda, a la casada, a la mujer del pueblo, a la soltera, a la madre angustiada, a la fea, a la recién parida, a la violada, a la triste, a la callada, a la hermosa, a la pobre, a la afligida, a la ignorante, a la fiel, a la engañada, a la prostituida. Vinieron miles de mujeres juntas a escuchar mis arengas. Se habló de los dolores milenarios, de las largas cadenas que los siglos nos cargaron a cuestas. Y formamos con todas nuestras quejas un caudaloso río que empezó a recorrer el universo ahogando la injusticia y el olvido. El mundo se quedó paralizado ¡Los hombres sin mujeres no caminan! Se pararon las máquinas, los tornos, los grandes edificios y las fábricas, ministerios y hoteles, talleres y oficinas, hospitales y tiendas, hogares y cocinas. Las mujeres, por fin, lo descubrimos ¡Somos tan poderosas como ellos y somos muchas más sobre la tierra! ¡Más que el silencio y más que el sufrimiento! ¡Más que la infamia y más que la miseria! Que este canto resuene en las lejanas tierras de Indochina, en las arenas cálidas del África, en Alaska o América Latina. Que hombre y mujer se adueñen de la noche y el día, que se junten los sueños y los goces y se aniquile el tiempo del hambre y la sequía. Que se rompan los dogmas y el amor brote nuevo. Hombre y mujer, sembrando la semilla, mujer y hombre tomados de la mano, dos seres únicos, distintos, pero iguales.
Tatsumaru V.I.P.
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Tema: Re: Te recito un poema Miér Feb 18, 2015 1:02 pm
Tigre, tigre, que te enciendes en luz por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo pudo idear tu terrible simetría?
¿En qué profundidades distantes, en qué cielos ardió el fuego de tus ojos? ¿Con qué alas osó elevarse? ¿Qué mano osó tomar ese fuego?
¿Y qué hombro, y qué arte pudo tejer la nervadura de tu corazón? Y al comenzar los latidos de tu corazón, ¿qué mano terrible? ¿Qué terribles pies?
¿Qué martillo? ¿Qué cadena? ¿En qué horno se templó tu cerebro? ¿En qué yunque? ¿Qué tremendas garras osaron sus mortales terrores dominar?
Cuando las estrellas arrojaron sus lanzas y bañaron los cielos con sus lágrimas ¿sonrió al ver su obra? ¿Quien hizo al cordero fue quien te hizo?
Tigre, tigre, que te enciendes en luz, por los bosques de la noche ¿qué mano inmortal, qué ojo osó idear tu terrible simetría?
El que la cantaba en español estaba demasiado en modo poético profundo ...o algo así y resulta cargante . Esta suena perfecta y es más musical. En español: